Naves Matadero
CRÓNICAS DE Naves Matadero
Por Evelyn Viamonte Borges
Parecía un desierto respirante, un enorme vientre a ritmo suave de respiración inundaba todo el ciclorama. Entonces, con el Requiem de Mozart de fondo, el enorme cuerpo de Albert Ibokwe Khosa emergió de su blanco envoltorio en una especie de rito pagano, de nacimiento desacralizado: una gran masa negra constreñida en plástico como una crisálida, o una especie de túnica que le llegaba hasta los tobillos. Fue un inicio apoteósico.
Reconozco que la personalidad del intérprete me atrapó de inmediato y me deslicé gratamente con él a través de todas sus metamorfosis. Con un humor ácido pero desenfadado, la pieza viaja desde lo cotidiano hasta lo simbólico y abstracto del lenguaje en una suerte de ceremonia africana ancestral que sin embargo se apropia de muchos de los tópicos de la contemporaneidad. El material audiovisual juega también un papel importantísimo dentro de la narrativa y está siempre presente; por momentos magnifica partes del cuerpo del intérprete, por momentos se crea un diálogo entre el intérprete y la imagen audiovisual.
Necesito señalar aquí el antecedente de haber sido parte de la conferencia performativa que ofreciera Robyn Orlin hace un par de días en el mismo espacio de Matadero: One hour with Robyn. Durante una hora la artista sudafricana nos tuvo trabajando con un rollo de papel higiénico en base a unas pautas que iba dando a partir de un título larguísimo que traía escrito en otro rollo de papel higiénico, deconstruyéndolo palabra por palabra; así comenzamos a crear cosas insospechadas, locas, juguetonas, inconexas, sin finalidad alguna. Al finalizar la hora dijo Robyn: “ahora empezaríamos a trabajar en la pieza”.
Trato de imaginar entonces el proceso de As so you see…, desde la deconstrucción del larguísimo título hasta el resultado final y sin saber a ciencia cierta nada me doy cuenta del valor del juego del que siempre se ha hablado en el trabajo teatral, pero que ahora, bajo esta nueva luz, la luz del pensamiento abierto y desenfadado de Robyn diría yo, percibo como más intenso y necesario. Veo en As so you see… una profundidad que me arrastra desde lo más superficialmente cotidiano y juguetón, hasta lo más sólido y tremendo, y el intérprete me hace viajar de una a otra sin solución de continuidad. Es un juego muy serio este que canta un requiem al mundo de hoy, sin ápice de autocompasión, más bien mirando como miran las personas que no temen a su propia destrucción pero que están dispuestas a todo por permanecer.
Y en la imagen final de un niño soldado con alas de mariposa proyectada sobre el cuerpo pintado de azul de Albert Ibokwe veo la esperanza del guerrero de un futuro de paz. El enorme cuerpo azul se va cantando como en un suspiro mientras la imagen del niño soldado con alas de mariposa se va deformando en el ciclorama, perdiéndose en su propia luz, hacia la oscuridad, despareciendo los dos.