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segundo congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura

Fragmentos para un libro futuro

EDITORIAL

Fragmentos para un libro futuro

I

S
i algún día España tuviera que jugarse la última carta –habla Juan de Mairena– no la pondría en manos de los llamados optimistas, sino en manos de los desesperados por el mero hecho de haber nacido. Porque estos la jugarían valientemente, quiero decir desesperadamente, y podrían ganarla. Cuando menos, salvarían el honor, lo que equivaldría a salvar una España futura. Los otros la perderían sin jugarla, indefectiblemente, para salvar sus míseros pellejos. Habrían perdido la última carta de su baraja y no tendrían carta alguna que jugar en la nueva baraja que apareciese, más tarde, en manos del destino.

Juan de Mairena
ANTONIO MACHADO

II

Hacia el mes de abril de 1936 comenzaron en Madrid las reuniones de un grupo de intelectuales para constituirnos en una agrupación correspondiente a la similar en París. Nos sentíamos movidos ante la creciente presión del ambiente amenazador que latía en torno nuestro. España se iba cargando por momentos de una fuerte tensión; casi a diario se producían muertes de muchachos en las calles. El engañoso mito de la España y la «anti-España», de la patria y la «anti-patria», se levantaba inflado por los «teóricos» del fascismo, y dicho está que de todos estos «anti» se hacía responsable a la gran parte de la intelectualidad. Estos síntomas diversos acusaban a la inminencia de un cambio profundo; cuando hacíamos un viaje por los campos y pueblos de España sentíamos, sin embargo, venir a nuestro encuentro una esperanza desprendida de aquellos rostros macilentos, de aquellos ojos arrasados de fatiga.

Todo esto y otros síntomas, aun, que no es el caso de enumerar, patentizaban, con la evidencia de los hechos, que la situación del intelectual tenía que cambiar entre nosotros, que había ya cambiado la realidad, puesto que no era posible permanecer apartados, separados de problemas tan hondos e inmediatos. Si no interpreto mal, dos anhelos nos movían a los que nos congregamos en aquellas primeras reuniones: unirnos a una comunicación más constante, más consistente que la de unas simples conversaciones y encontrar el camino de un acercamiento a ese afán vivo que percibíamos en el pueblo. En aquellas primeras reuniones surgió el proyecto de una Universidad Popular, limitado, por el momento, a unos cursos de Literatura e Historia de la cultura española. Se creó un Comité Nacional y un Comité Ejecutivo, y se pensaba ya en las primeras tareas cuando llegó el 18 de julio. La realidad había ido más aprisa que nosotros; apenas constituidos, nos tocaba enfrentarnos con problemas del más hondo alcance.

(…)

La Alianza se fue organizando por secciones: Literatura, Artes Plásticas, Bibliotecas, Propaganda, Pedagogía, Teatro, Música…

(…)

Comenzó inmediatamente a surgir una literatura de circunstancias; literatura de guerra de extraordinario valor humano y documental, de cuya trascendencia literaria no nos toca juzgar a nosotros ni podríamos hacerlo, pues nos resulta imposible desligarlo de los momentos intensos en que la vimos nacer. Y así surgió El Mono Azul, pequeña hoja volandera, donde íbamos imprimiendo nuestras emociones y nuestros pensamientos de las horas de congojas y esperanzas.

(…)

Muchos nos sentíamos escuchados por primera vez por una masa de oídos, de inteligencias, atentos a nuestras palabras, con esa atención densa y perspicaz de los niños y de los pueblos. La responsabilidad que sentíamos nacer ante esa sencillísima hoja era más grande que la habíamos sentido jamás en nuestras anteriores publicaciones, que vieron la luz pública en revistas de mayor envergadura.

En los días terribles de noviembre, El Mono Azul cambió de formato y hasta de misión: unos gráficos de guerra de cómo había que protegerse de los aviones. El peligro lo absorbió todo. Después, El Mono Azul ha ido saliendo semanalmente en una página de La Voz, el popular periódico madrileño, donde continúa su publicación.

(…)

El Congreso Internacional de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, celebrado en Madrid, Valencia y Barcelona, ha sido quizá el acto de más trascendencia organizado por la Alianza.

(…)

La Alianza ha suministrado al teatro español valiosos elementos de sus cuadros para el «Teatro de Arte y Propaganda». El éxito con que se han estrenado la Tragedia optimista de Vichnievsky, Los títeres de Cachiporra de García Lorca, La cacatúa verde, de Schnitzler y Un duelo de Anton Chéjov, y el excelente núcleo de jóvenes actores que se agrupan en «La escuela de Teatro», bajo la dirección artística de María Teresa León, dan derecho a esperar que esta sección de la Alianza oriente en el futuro la realización de nuestra literatura dramática.

Los intelectuales en el drama de España
MARÍA ZAMBRANO

III

Cuando Max Aub viene a España, en el verano del 69, treinta años después, a pesar de que él ha imaginado su vuelta en muchas de sus obras, el impacto es brutal, pero no por la España franquista, que sabía que se iba a encontrar, sino por el desencuentro con vosotros, con la oposición democrática. El creía que por haber publicado en Ínsula y en Papeles de Son Armadans, todos vosotros lo conocíais. Para él, en 1969, la gran victoria del franquismo es que ha borrado la memoria democrática, la memoria de ese proyecto histórico, y eso es lo que lo desespera totalmente: ¿Morir aquí? Y una mierda, yo me voy a morir al exilio, yo no tengo nada que ver con este país; el mío era aquél, aquel proyecto histórico.

(…)

Se perdió el contacto, el conocimiento mutuo porque no conocíamos la obra de la generación democrática anterior, que era la generación republicana. Es fundamental para la memoria democrática, para la salud de una sociedad democrática, reconstruir el proyecto histórico global y el proyecto teatral.

El exilio y el proyecto de una España democrática
Primer Acto 329, (julio-agosto 2009)
MANUEL AZNAR SOLER

IV

Se ha producido en toda España una explosión de barbarie en que las viejas formas de la reacción del pasado han tomado nuevo y más poderoso empuje, como si alcanzasen una suprema expresión histórica al integrarse en el fascismo.

Este levantamiento criminal de militarismo, clericalismo y aristocratismo de casta contra la República democrática, contra el pueblo, representado por su Gobierno del Frente Popular, ha encontrado en los procedimientos fascistas la novedad de fortalecer todos aquellos elementos mortales de nuestra historia, que por su descomposición lenta venían corrompiendo y envenenando el pueblo en su afán activo de crear una nueva vida española. Contra la auténtica España popular se ha precipitado para destruirla o corromperla, envileciéndola con una esclavitud embrutecedora y sangrienta, como la de la represión asturiana; este criminal empeño de una gran parte del Ejército, que al traicionar a la República lo ha hecho de tal modo que ha desenmascarado la culpabilidad de su intención, agravándola con la de traicionarse a sí mismo en la falsedad de los ideales patrióticos que se decía defender, sacrificando la dignidad internacional de España y ensangrentando y destruyendo el suelo sagrado de su historia. Y esto con tal ímpetu desesperado, demoledor, suicida, que la trágica responsabilidad delictiva de sus dirigentes lo ha determinado con características vesánicas de crueldad y de destrucción acaso jamás conocidas en España; en una palabra: fascistas.

Contra este monstruoso estallido del fascismo, que tan espantosa evidencia ha logrado ahora en España, nosotros, escritores, artistas, investigadores científicos, hombres y mujeres de actividad intelectual, en suma, agrupados para defender la cultura en todos sus valores nacionales y universales de tradición y creación constante, declaramos nuestra unión total, nuestra identificación plena y activa con el pueblo, que ahora lucha gloriosamente al lado del Gobierno del Frente Popular, defendiendo los verdaderos valores de la inteligencia al defender nuestra libertad y dignidad humana, como siempre hizo, abriendo heroicamente paso, con su independencia, a la verdadera continuidad de nuestra cultura, que fue popular siempre, y a todas las posibilidades creadoras de España en el porvenir.

Manifiesto de la Alianza de Escritores Antifascistas para la Defensa de la Cultura
La Voz, (Diario independiente de la noche)
Madrid, jueves 30 de julio de 1936

V

el mono azul

VI

(…)

VI

Desde Madrid, presenciando la patológica crueldad de los fascistas, no sólo enemigos nuestros sino vuestros, queremos denunciar ante vosotros, haceros testimonio de los últimos acontecimientos, asesinatos incalificables, que lleva a cabo, consecuentemente con su ideología, el enemigo.

(…)

Pero queremos haceros saber, para que nuestra palabra a su vez se proclame por todos los rincones del mundo, lo que lucha, la calidad humana que lucha a cada uno de los lados que hoy se enfrentan en España. Queremos haceros saber en qué se emplean las bombas incendiarias meticulosamente preparadas en los laboratorios alemanes. Y os decimos: todos los días arden manzanas enteras de casas madrileñas. Todos los días, en las colas que forman las mujeres de las barriadas obreras para coger su pan, su carbón, su leche, etc., los expertos aviadores alemanes e italianos pueden apuntarse nuevas victorias, ya que, no alcanzadas en combate con nuestros aviones heroicos que rehúyen, a costa de las vidas de esas mujeres, de esos niños. De esas mujeres y de esos niños que son hoy los únicos habitantes de esas barriadas obreras, pobres, ya que todos los hombres útiles se hallan en los frentes, y que parecen constituir objetivo especial de la aviación extranjera al servicio de la traición.

(…)

Os hablamos del Palacio de Liria que fue del Duque de Alba, ayer cuidadosamente custodiado por las milicias del Partido Comunista, con sus cuadros valiosos en los sótanos, y esta noche pasada en llamas. Os hablamos del resentido despecho señorito que ha debido ordenar su incendio con el mismo gesto plebeyo y chabacano del tradicional «mía o de nadie». Os hablamos de la trayectoria significativa, en línea recta, de una serie de bombas que comienza unas casas más arriba del hotel Savoy y termina, dejando un hueco casual y de seguro lamento en el Museo del Prado, en la Iglesia de los Jerónimos. Os hablamos del boquete alemán que una bomba de doscientos kilos ha dejado unos metros antes del Museo del Prado, rompiendo sus cristales.

La prensa de Burgos aún habla de provocación roja: de los incendios provocados en Madrid por los rojos para utilizarlo a su favor. No importa, nadie lo cree. Nadie que no ignore, en absoluto, intencionadamente, la serena condición de nuestros heroicos milicianos que cuidadosamente ayudan a trasladar mujeres y niños con el mismo respeto cariñoso con que salvan un cuadro o un libro importante que se los encomiende, puede creerlo. La verdad está con nosotros y no puede ser falseada.

(…)

Creedla. Tenéis que creer en nuestra palabra si no habéis perdido vuestro corazón. Pero no equivocaros. Tened muy en cuenta que esto, todo esto, no significa lamentación jeremíaca sino enardecido y colérico anuncio de nuestro triunfo decisivo y final. Nuestras palabras no respiran otra atmósfera que la de nuestro pueblo y, cómo éste, no hacemos otra cosa que dirigirnos a la conciencia, a lo más profundo de vuestra conciencia, hombres honrados del mundo, para que vuestra airada protesta palpite entre vuestro corazón con la misma fuerza que el nuestro.

Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura
El Sol, Madrid, 19 de noviembre de 1936

VII

Pero el público, señores… ¿qué diremos del público? Del público, mejor diré: del pueblo, que no ya no quiere ser público, hablaremos otro día. Sólo adelantaremos –añadió Mairena– que ha sido él quien ha salvado más valores esenciales en el teatro, casi todos los que han llegado hasta nosotros.

Juan de Mairena
ANTONIO MACHADO

VIII

Para no perderse, enajenarse, en el desierto hay que encerrar dentro de sí el desierto. Hay que adentrar, interiorizar el desierto en el alma, en la mente, en los sentidos mismos, aguzando el oído en detrimento de la vista para evitar los espejismos y escuchar las voces.

Mas ¿y la ciudad soñada, la entre vista allá en el horizonte? ¿Y lo inaccesible, lo ilimitado, vivir en la limitación? Hay que aprender a ser movido por la luz, a los largos ayunos de calor y a salvarse de él cuando llega como una irrupción, a las presencias sin figura y sin engaño, a la convención de las imágenes y a las palabras que dan frío.

El vivir dentro del desierto el encuentro con patrias que lo pudieron ser, fragmentos, aspectos de la patria perdida, una única para todos antes de la separación del sentido y de la belleza.

Las Islas, lugar propio del exiliado que las hace sin saberlo allí donde no aparecen. Las hace o las revela dejando de ser porque no se puede ser ni esto ni aquello. Así va a parar a ese limbo, a esa tierra de nadie, tierra virgen. Luego, cuando aparece, su figura es indecisa y confusa, despierta sospechas.

El lugar del exilio. El desierto
Los bienaventurados
MARÍA ZAMBRANO

IX

Habría que escribir cosas eternas para estar seguros de que serían de actualidad.

Carta del 1 de febrero de 1943
SIMONE WEIL

 

ejemplar 2 teatro

Crónicas

Nieves Rodríguez Rodríguez

segundo congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura
el mono azul
El exilio y el proyecto de una España democrática
Artes Plásticas, Bibliotecas, Propaganda, Pedagogía, Teatro,
Los intelectuales en el drama de España
Nieves Rodríguez Rodríguez

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Revista de teatro número uno
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LA INVENCIÓN DEL LENGUAJE. LA DRAMATURGIA DE EWALD PALMETSHOFER

LA INVENCIÓN DEL LENGUAJE. LA DRAMATURGIA DE EWALD PALMETSHOFER

ENSAYOS

LA DRAMATURGIA DE EWALD PALMETSHOFER

LA INVENCIÓN DEL LENGUAJE​

Uno de los principales logros de toda dramaturgia (como de toda obra literaria) es la creación de un lenguaje propio, diferente y novedoso, reconocible como distintivo de autor. Así ocurre, en el siglo XX, con Lorca, Valle o Arrabal, por nombrar algunas de las cimas de la literatura dramática en castellano. O, si atendemos a la dramaturgia en lengua alemana, con Peter Weiss, Heiner Müller o Thomas Bernhard, dueños de un lenguaje tan personal como poderoso. Desde esa óptica, deberemos reconocer que Ewald Palmetshofer, pese a su juventud, pertenece ya a esta estirpe de originalísimas y vigorosas voces dramáticas. Su lenguaje, caracterizado por la repetición, la fractura y la musicalidad, impacta, atrapa, envuelve, sumerge en un universo nuevo y desconocido, sin igual.

Ewald Palmetshofer nació en Linz (Austria), en 1978. Las primeras piezas en que verdaderamente cristaliza toda su potencia lingüística tal vez sean hamlet está muerto. sin fuerza de gravedad y habitar. bajo vidrio . Desde entonces, hasta el día de hoy, a lo largo de solamente poco más de una década, Palmetshofer ha venido haciendo regular entrega de una serie de obras mayúsculas, entre las cuales se cuentan: fausto tiene hambre y se atraganta con una greta , animal. clase baja habría que , bandidos. genitales de la culpa , la soltera , Eduardo II. El amor soy yo y su última creación Antes del amanecer . Entre sus numerosas distinciones, cabe destacar su elección en 2008 como dramaturgo joven del año por Theater heute [Teatro hoy], una de las revistas teatrales alemanas de mayor renombre y difusión, y la concesión en 2015, por la soltera, del Mühlheimer Dramatiker Preis [Premio Mühlheim de Dramaturgia], quizá el galardón más importante de literatura dramática en lengua alemana, entre cuyos ganadores se cuentan, por poner tan solo un par de significativos ejemplos, Dea Loher y Peter Handke. Por otra parte, Antes del amanecer acaba de ser recientemente elegida por Theater heute , a través de una encuesta entre críticos teatrales, como la segunda mejor pieza dramática de la temporada 2017-18, solamente por detrás de [Am Königsweg], de su compatriota Elfriede Jelinek, premio Nobel de literatura en 2004.

Tres son las cuestiones que destacaremos de la trayectoria dramática de Palmetshofer: primero, lo que se podría llamar su filosofía social, que suele ir acompañada de una reflexión en cierta medida metafísica; segundo, su constante y fructífero diálogo con los grandes clásicos del teatro alemán y europeo; por último, la invención del lenguaje, hecho que, en nuestra opinión, tiene una especial importancia.

Respecto de su filosofía social, su omnipresente preocupación consiste en analizar la generación de los jóvenes que rondan los treinta años y en reflexionar sobre los problemas que los oprimen: su incomunicación, su complicada relación tanto entre sí como con las generaciones anteriores, su falta de futuro, su desesperanza, su soledad metafísica. En habitar. bajo vidrio nos encontramos, por ejemplo, a tres jóvenes, dos mujeres (Jeani y Babsi) y un hombre (Max), que se reencuentran después de varios años sin haberse visto y se muestran incapaces de comunicarse entre sí, de retomar las ilusiones y los amores juveniles ya perdidos o siquiera de iniciar una relación nueva. En hamlet está muerto. sin fuerza de gravedad, la anécdota es similar: dos hermanos (Dani y Mani) regresan a casa de sus padres por el cumpleaños de la abuela y por el funeral de un antiguo amigo llamado Hannes y se reencuentran con otros dos amigos de juventud (Oli y Bine) a los que no veían desde mucho tiempo atrás. Egocéntricamente ensimismados en sus preocupaciones personales (la imposible búsqueda del amor, la ausencia de sentido representada en la vacuidad del cielo), los personajes, desprovistos de fuerza de gravedad, esto es, de solidez personal, son incapaces de actuar, de poner los pies sobre la tierra. Incomunicados entre sí, flotan en un universo desesperanzado. Los padres, por su parte, no llegan siquiera a intentar comunicarse con sus hijos, sino que se dejan conducir por sus propios egoísmos personales (la animadversión de la madre hacia la abuela, la infidelidad del padre con la madre). Ante este panorama se desencadena la tragedia. En bandidos. genitales de la culpa los hijos también vuelven al hogar de los padres, pero en este caso con la intención de robar. Oprimidos por el bienestar, tanto material como espiritual, de la generación de sus padres, los dos hijos, aliados con la hija de la vecina (que se siente igualmente asfixiada por su madre, feliz y capaz de disfrutar del amor pese a su discapacidad física), les sustraen a sus padres una suma de dinero que, más que una ganancia económica, parece suponer una mezquina reparación de su sentimiento de infelicidad filial, de su falta de horizontes, del futuro que, sienten, se les ha arrebatado. El conflicto generacional aparece de nuevo en la soltera, aunque bajo una nueva luz: una abuela, una madre y una hija se ven confrontadas con el hecho de que la abuela, en su juventud, poco antes de la caída del régimen nazi, denunció ante estos a un soldado por deserción provocando así su condena y asesinato. El recuerdo de esa acción, lejos de caer en el olvido con los años, ha permanecido en el tiempo como una presencia latente que finalmente ha acabado por afectar a la familia, a las relaciones que las tres mujeres mantienen entre sí (el odio de la madre hacia la abuela, principalmente).

El diálogo de Palmetshofer con los clásicos teatrales se extiende desde la tragedia griega (Esquilo) hasta el teatro alemán de los siglos XVIII y XIX, tanto el romántico como el naturalista (Goethe, Schiller, Hauptmann), pasando por el teatro inglés isabelino (Marlowe y Shakespeare). Existe en Palmetshofer un fuerte y ambicioso interés por actualizar los principales temas de las grandes tragedias. En la soltera se trata el tema por excelencia de la tragedia griega y, en especial, de la esquílea (Orestíada): la culpa originada por un crimen no desaparece, sino que se hereda y se transmite de generación en generación como una maldición (la madre odia a la abuela como Electra a Clitemnestra). En fausto tiene hambre la atracción amorosa que surge entre ÉL y ELLA es infernal, mefistofélica, fruto del descreimiento vital y la desolación metafísica de ambos, moderna recreación del amor protagonizado por Fausto y Margarita en el Fausto de Goethe (aunque la Greta de Palmetshofer dista mucho de la frágil Margarita goethiana, como se sugiere en la segunda parte del título). bandidos. genitales de la culpa evoca la tragedia clásica de Schiller titulada precisamente Los bandidos: como en esta, los dos hijos se rebelan contra la instancia paterna (y también materna, en Palmetshofer), pero el espíritu, al menos en parte, es muy distinto; de la rebelión como ideal de libertad romántica hemos pasado aquí a la rebelión como vil salida a la opresión vital de los padres. En animal. clase baja habría que la disección de la explotación económica y sexual de Erika, una joven muy atractiva, pero carente de recursos económicos, recuerda el naturalismo (una de cuyas obras emblemáticas, Antes del amanecer de Gerhart Hauptmann, precisamente ha recreado Palmetshofer en su pieza homónima) y a Franz Wedekind (y su inolvidable personaje de Lulú en El espíritu de la tierra y La caja de Pandora). La parálisis de los hermanos en hamlet está muerto es hamletiana: ambos se debaten entre actuar o no en un mundo vacío de sentido. Como en la obra de Shakespeare, el hecho de que la madre de Hannes (cuyo nombre evoca el de Hamlet) se haya acostado con el padre de los hermanos (trasunto del tío del Hamlet shakespeariano) es uno de los factores desencadenantes de la tragedia final (el suicidio del padre de Hannes, en Palmetshofer). Por último, Eduardo II es una recreación, en clave actual, de la obra homónima de Cristopher Marlowe.

Sin embargo, el logro más sobresaliente de Palmetshofer es, en nuestra opinión, su rica invención lingüística. Es aquí donde brilla toda su originalidad dramática. Siguiendo la senda abierta por Thomas Bernhard, sus piezas teatrales vienen a ser verdaderas composiciones musicales, en las que el elemento principal es el ritmo, fundamentalmente alcanzado gracias a la constante repetición lingüística, una y otra vez interrumpido mediante la fractura del discurso y la intencionada alteración de su orden habitual. Merece la pena citar un pasaje de, por ejemplo, habitar. bajo vidrio a fin de que nos podamos hacer una idea de este recurso: «Jeani. Tú. / Babsi. Tú / Jeani. Tú. Sí. / Babsi. Tú. / Jeani. Dejado. Sí. / Babsi. Dejado ir. / Jeani. Te has dejado ir. / Babsi. Tú. / Jeani. Te. / Babsi. Te dejado ir. / Jeani. Tú has. / Babsi. Te has dejado ir. / Jeani. Por dentro simplemente dejado ir. / Babsi. Dejado. / Jeani. Siempre dejado. / Babsi. Siempre por dentro dejado.» Aquí Jeani y Babsi, después de muchos años sin haberse visto, intentan comunicarse e intercambiar sus respectivas impresiones sobre el otro, pero lo único que alcanzan a exteriorizar es un diálogo repetitivo y fracturado que no acaba de avanzar, que no consigue expresar un verdadero mensaje humano. La repetición y la fracturación lingüísticas apuntan a la fracturación e incomunicación humanas. Debido a ello, la acción se estanca y tenemos la impresión de estar asistiendo a una situación trivial, sin interés. Aunque el empleo continuo de este recurso ha podido parecer monótono a algún crítico, la repetición tiene una significación muy honda y un largo recorrido literario y teatral, sobre todo en la dramaturgia alemana del siglo XX. De ella se servía ya la tragedia griega: allí, la repetición aparece asociada al lenguaje del coro, como un estribillo que busca destacar e imponer las opiniones de la comunidad sobre las individuales del héroe trágico. A buen seguro apoyándose en ello, Heiner Müller, cuyas recreaciones de tragedias griegas son bien conocidas, elevó la repetición a principio estético-dramático en una obra como Mauser (1974): en esta, un coro formado por los miembros de un tribunal revolucionario comunista, trasunto del coro ciudadano griego, somete a juicio a un verdugo comunista con la intención de condenarlo por no haber realizado su trabajo acorde a los principios de la revolución; la continua repetición de los eslóganes comunistas por parte del coro (e incluso por parte del verdugo, que asume, como víctima, el lenguaje del poder) actúa como una forma de imposición de la ideología comunitaria sobre el individuo. Thomas Bernhard, por su parte, parece haber dotado a la repetición del sentido musical y dramático que recoge Palmetshofer. Las piezas teatrales de Bernhard suelen estar compuestas, en su mayor parte, por larguísimos monólogos de personajes, que, incapaces de establecer una verdadera comunicación con los demás, dan rienda suelta a un discurso repetitivo de sus propias obsesiones. A la vez, la acción se paraliza, o se torna banal, o simplemente desaparece. En su lugar, el lenguaje experimenta una inflación repetitiva que, lejos de constituirse, como en el coro griego o en Müller, en altavoz de la opinión mayoritaria, pasa a ser expresión de la incomunicación individual. Esa es también, como acabamos de ver, la significación que adquiere en Palmetshofer, al menos en sus primeras obras. Sin embargo, Palmetshofer no se queda ahí. A veces, como en hamlet está muerto, la repetición parece actuar como un velo que disfraza la expresión de los inefables secretos de los personajes (lo cual no deja de ser otra forma, quizá más sutil, de incomunicación humana). En dicha obra, los personajes intentan contar su historia, rememorándola, reviviéndola a través de la propia representación de la obra, pero ese relato es tan trágico, les resulta tan doloroso que no surge con facilidad, sino que se estanca en continuas repeticiones y fracturas y no llega a destilar, más que a cuentagotas, los hechos trágicos, significativamente camuflados por el discurso. Todas las piezas posteriores de Palmetshofer generalizan la repetición como rasgo principal y distintivo de su estilo, en ocasiones con el riesgo de caer en cierta artificialidad y manierismo: en fausto tiene hambre la repetición nos parece caer a veces en el simple hermetismo. Sin embargo, en términos generales, la repetición de Palmetshofer da la impresión de querer revelar un hecho fundamental: la disociación entre palabras y hechos, entre lenguaje y ser. Más allá del sentido que se le atribuya, el logro del autor es indudable, y de primer orden: la creación de un originalísimo cosmos lingüístico.

La recepción de Palmetshofer en nuestro país ha sido, hasta el momento, escasa. En la página web del Goethe Institut (www.goethe.de), el equivalente en lengua alemana de nuestro Instituto Cervantes, se pueden solicitar en red las traducciones al castellano de habitar. bajo vidrio, hamlet está muerto. sin fuerza de gravedad, fausto tiene hambre y se atraganta con una grete y animal. ¿es que no se puede decir clase baja? (así traducido) y la traducción al catalán de hamlet és mort. no hi ha força de gravetat. En el ámbito escénico, viure sota vidre (traducción catalana de habitar. bajo vidrio) fue montada por la compañía LaCosa, que también realizaría una lectura dramatizada en catalán de dicha obra en la Sala Beckett de Barcelona, en el año 2014, con ocasión de la IX edición del Obrador d’estiu. Dicho obrador fue, asimismo, el marco de una lectura dramatizada en catalán de hamlet és mort. no hi ha força de gravetat y contó con la presencia del propio Palmetshofer como dramaturgo invitado.

ejemplar 2 teatro

Crónicas

Antonio Mauriz Martínez

Crónicas

© Reinhard Maximiliano Werner

© Reinhard Maximiliano Werner. Ewald Palmetshofer
© Reinhard Maximiliano Werner. Ewald Palmetshofer
Uno de los principales logros de toda dramaturgia

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Revista de teatro número uno
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(Dramaturgo en Barro. Mapas de las ruinas de Europa I

ENTREVISTA A Guillem Clua

ENTREVISTA A

Guillem Clua

¿Tras realizar una crónica inducida por la opinión de dos enviados especiales, traducida la experiencia vivida por estos dos actores invidentes y sus perros guía, reinterpretada espero que con acierto, me decidí a entrevistar a uno de los autores de la obra, Guillem Clua, que estaba disponible en esas fechas.

MJ.- Formas parte del elenco de dramaturgos que han escrito para La Joven. Es la tercera pieza que escribes para esta compañía. ¿Qué propició tu colaboración, cómo surgió vuestro primer proyecto común?
G.- El primer proyecto de la compañía fue Invasión y surgió tras la colaboración con el director José Luis Arellano con mi obra La piel en llamas, que estrenamos en el CDN en 2012. Nos entendimos muy bien en ese proyecto y enseguida me propuso que escribiera un texto inédito para lo que acabaría siendo LJC.

MJ.- Has escrito el texto de Barro a la limón con Nando López. ¿Podrías describirnos el proceso de trabajar en un texto junto a otro dramaturgo?
G.- Era la primera vez que trabajaba a cuatro manos un texto teatral y ha sido una gran experiencia. Estoy acostumbrado a trabajar en equipo en TV pero nunca antes lo había hecho en teatro, pero con Nando ha sido muy fácil y fructífero, no solo por su enorme talento y generosidad, sino porque tenemos maneras muy similares de entender la escritura teatral. Siempre digo que lo mejor de ese proceso ha sido, a parte del resultado artístico, el hecho de haber ganado un amigo.

MJ.- El subtítulo de la obra hace referencia a las ruinas de Europa. ¿Qué es Europa? ¿Qué condicionantes crees que impulsaron en su momento la idea de Europa? Dado el panorama actual, ¿consideras que el proyecto europeo tiene futuro?
G.- Precisamente esta obra nos ha servido para plantearnos esas preguntas, pero no tenemos las respuestas. Sí es cierto que Europa vive una crisis muy profunda en su identidad, su proyecto de futuro y su lugar en el mundo. De ahí que surjan de nuevo nacionalismos y autoritarismos que creíamos erradicados. Para respondernos a las preguntas sobre lo que es y será esa idea de Europa que se está desmoronando, hemos decidido mirar hacia atrás y reflexionar sobre el camino recorrido. Por eso en la primera obra de la tetralogía vamos a 1914, a una guerra que redefinió el continente para siempre. Solo mirando atrás entenderemos lo que nos puede deparar el futuro.

MJ.- ¿Qué conexiones adviertes entre las luchas sociales del pasado, de la época a la que se refiere la tetralogía de Mapa de las ruinas de Europa, y las luchas sociales en la actualidad? ¿Crees que deberían acometerse otras reivindicaciones activas que no se estén llevando a cabo?
G.- De nuevo, aprender sobre el pasado es la clave. A menudo nos quieren vender que las luchas ideológicas ya no tienen sentido o que las revoluciones no conducen a nada. No estoy de acuerdo. No creo que haya que salir a tomar el Palacio de Invierno ni optar por la violencia, pero sí es cierto que las reivindicaciones tienen que vehicularse a través de una lucha social por el bien común. Si nos dormimos en este sentido, podemos ir hacia atrás en muchos ámbitos y cuestionar derechos ya adquiridos, como está ocurriendo ya de hecho con el auge de partidos de extrema derecha.

MJ.- ¿Consideras que el arte debe tener una dimensión política? ¿Hasta qué punto y en qué sentido?
G.- Toda expresión artística tiene un posicionamiento moral y político aunque su autor no quiera. Así, no es que el arte DEBA ser político, es que ya lo es por definición. Toda comunicación pública de una idea tiene consecuencias en un grupo amplio de personas. Para mí eso ya es un acto político. Lo que comuniques con ello ya es otro tema.

MJ.- No sé si sabes que Actuantes envió a dos personas invidentes a presenciar la función, con la intención de que colaborasen con la revista. Nos enviaron un informe sobre su experiencia esa tarde. ¿Se suele tener en cuenta la diversidad del público a la hora de montar un espectáculo?
G.- En general creo que no suele tenerse en cuenta la diversidad del público en ese sentido durante el proceso creativo, pero creo que debería haber muchas iniciativas para hacer accesible el teatro a personas invidentes o con problemas de audición de manera habitual, especialmente en teatros públicos.

MJ.- ¿Cuál ha sido tu trayectoria como dramaturgo en lo que se refiere al aspecto formal de tu obra?
G.- Mi obra siempre ha sido muy ecléctica, he escrito dramas, comedias, musicales, dramaturgias para danza… es decir que me cuesta establecer una evolución objetiva de mi estilo. Mi tendencia siempre ha sido más hacia lo naturalista y hacia la trama argumental, eso sí, supongo que por influencia de mi trabajo en TV y cine, pero eso está cambiando. Actualmente me interesa mucho el terreno de la auto-ficción.

MJ.- Tus textos han sido traducidos a varios idiomas y se han representado en otros países. En estos momentos, ¿hay alguna de tus obras que está en cartel fuera de España?
G.- Sí, La Golondrina está en cartel en Atenas, Montevideo y girando por Italia. La piel en llamas, en Argentina.

MJ.- Y, en España, ¿qué textos tuyos se están representando en estos momentos?
G.- La Golondrina, con Carmen Maura y Félix Gómez, está girando por España y llega al Teatro Infanta Isabel a partir del 12 de marzo. Una producción en catalán de Smiley está girando por las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana.

MJ.- Escribes, además, guiones para televisión. ¿En qué medio te sientes más cómodo, trabajando para televisión o en el ámbito teatral?
G.- En ambos me siento muy a gusto. Me siento muy afortunado de poder dedicarme a los dos y de poder complementarlos bien.

MJ.- ¿Qué es lo que te mueve como artista, a la hora de continuar con tu labor?
G.- Seguir contando historias, emocionando y planteando preguntas a los espectadores sobre cuestiones que nos afectan a todos.

MJ.- En tu faceta de profesor de escritura dramática supongo que te encontrarás con nuevos talentos a los que orientarás de algún modo en su carrera… ¿Cómo percibes el futuro? ¿Crees que el teatro de texto perderá poder de convocatoria, debido a las otras corrientes que prescinden del texto o lo ponen en segundo plano?
G.- Vienen generaciones con muchísimo talento y dispuestos a contar historias como nadie lo ha hecho antes, ya que los jóvenes son menos pudorosos a la hora de mezclar géneros y romper reglas. En eso soy optimista, pero creo que lo van a tener muy difícil. Cada vez es más complicado vivir del teatro, no tanto porque pierda poder de convocatoria (creo que el teatro siempre tendrá público porque el espectáculo en vivo de momento no se puede reproducir, es algo único), como por el hecho de que un país no puede absorber tantos nuevos creadores si no cambian radicalmente las políticas culturales, especialmente de los teatros públicos.

MJ.- ¿Son importantes los premios?, porque tú has recibido unos cuantos…
G.- Sí, lo son cuando estás empezando. Sirven para darte a conocer de manera muy eficaz. También suelen constituir un aporte económico que raras veces es posible alcanzar con una puesta en escena.

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Crónicas

MJ CORTÉS ROBLES

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© Foto de Enrique Toribio

(Dramaturgo en Barro. Mapas de las ruinas de Europa I

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Petra hellberg _ Jonas Kruse y Elisabet Carlsson y otros en Estreno en Klarascenen el 23 de agosto de 2013

El hogar vacío en el teatro de Lars Norén

ENSAYOS

El hogar vacío en el teatro de Lars Norén

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Erik y su anciano padre se encuentran en el apartamento del primero con las ventanas y las puertas cerradas. El padre busca heridas en el hijo, a las que poder echar sal. El hijo busca agujeros en el suelo, por donde poder escapar. Lo que le falta por hacer, durante el tiempo restante, es atreverse a matar.

Lars Norén también tenía un padre que solía visitarlo a menudo, un hombre mayor, lastimero y negativo. Por ello, La valentía de matar, una de las obras del autor sueco, nace de un sueño-pesadilla que tuvo después de una de esas visitas paternas, escribiéndola, la mañana posterior, en forma de diálogo. Es, a partir de entonces, cuando Norén abandona la poesía por el teatro y empieza a ir al psicoanalista.

La dramaturgia de Lars Norén podría dividirse (de un modo simplificado, claro está) en dos grandes grupos: la que bucea en los conflictos intrafamiliares, al mejor estilo Bergman y Strindberg, y las obras que exhiben la problemática de una sociedad aparentemente envidiable y exquisita como la de Suecia.

En cuanto a los problemas nacidos en el seno familiar, Norén trabaja con la precisión de un cirujano en los pliegues más ocultos de las intenciones de los personajes, exactamente allí donde anidan las desdichas, las frustraciones, las carencias que van a engendrar el drama en estado puro. El autor, apoyado en ambientaciones reales y psicológicas, muy efectivas, conduce la trama a desenlaces cruentos, brutales, paralizantes. Norén retrata estas batallas en el seno más primitivo de la sociedad, la familia, centrándose, según qué obra, en sus diferentes componentes. Así, describe las crisis en las parejas jóvenes (Demonios) y en las adultas (La comunión); las luchas entre padre e hijo (La valentía de matar); la figura de la madre como eje desestabilizador a causa de una enfermedad (El Caos es vecino de Dios); o la degradación irrefrenable que acuchilla a la progenie por culpa del alcoholismo paterno (La noche es madre del día).

El segundo grupo de obras del dramaturgo se levanta sobre las ruinas sociales y psicológicas del anterior. El propio Norén manifiesta que las interpretan «los hijos de aquellos padres que fracasaron en la sociedad como seres sociales y como padres». El máximo exponente es Fragmente, un submundo de historias aisladas que van surgiendo con más y más fuerza en cada una de las escenas hasta poblar el escenario de seres grises, con los lomos doblados y las venas abiertas. Seres que viven en los márgenes de la sociedad. Unos márgenes que trascienden lo meramente económico y que atañen, fundamentalmente, a la dignidad. La dignidad del enfermo terminal, del adicto, de los viejos, de los inmigrantes, de quienes buscan y dan sexo como un punto de encuentro vacío de toda afectividad. Un coro magistralmente ejecutado sin resquicios por donde rellenar sus almas saqueadas.

La dramaturgia de Lars Norén se alimenta de esas experiencias duras que acompañan al ser humano y que él consigue ofrecer en un tono altamente poético. Como un anatomista, parte del núcleo íntimo de la familia y, poco a poco, con el correr de los años, va abriendo su escritura hacia círculos más amplios con problemáticas que tienen como epicentro a los personajes de nuevo cuño en Escandinavia, los de la era post Olof Palme. Personajes encerrados en sus propios barrios, ciudades y realidades sociales, que padecen las iras de los desgastes psíquicos y físicos en una sociedad «extremadamente perfecta». Con Norén, los lectores/espectadores descubren una cara nórdica totalmente alejada de la sofisticación pulcra del diseño de alta gama, las postales nevadas de Gamla Stan o los románticos molinos de viento de Öland. El país que él plasma se adentra en la sordidez, en la angustia extrema y en las heridas no tan invisibles del más y mejor logrado Estado del Bienestar del mundo.

La brutalidad marginal en la que sus obras colocan las miradas de los lectores/espectadores arranca una primera pregunta: ¿dónde está la Suecia feliz, perfecta y opulenta? ¿Dónde se halla el equilibrio entre la Naturaleza y el hombre? Así, Norén desnuda a la sociedad patria en los primeros minutos de sus obras. Al verla sin ropas, el observador se encuentra ante un cuadro resquebrajado y de una intensa opacidad, como decía el verso del Nobel Tomas Tranströmer: Suecia es un extenuado barco en tierra.

Tienen las obras de Norén algo de las fotografías de Misha Goldin y de los escenarios de Gregory Crewdson: hombres y mujeres figuradamente encadenados; brazos de sillones con la pana desgastada; mesas magulladas, con frascos de pastillas; paquetes de cigarrillos; vasos usados; botellas vacías y seres en la intimidad más grosera. Y con esto no nos referimos a la sexualidad/genitalidad, sino a la transmisión del horror de lo íntimo a partir de las manías, las neuras, las desesperaciones y, posiblemente, uno de los grandes temas de este autor: los miembros de la familia en su propio círculo de incomunicación patológica. Una debilidad temática compartida con muchos otros autores de la literatura escandinava.

Los personajes que trabaja no saben decirse las cosas, mucho menos ser sinceros con los propios. Es un perfecto creador de analfabetos afectivos. Todos estos rasgos los convierten en seres mentirosos, introvertidos, atormentados y con una enorme necesidad de revertir el rumbo de sus existencias desde el fondo de pozos de opresión.

Una de las grandes virtudes de la dramaturgia de Norén es la contención. Durante sus obras, la boca del volcán permanece cerrada pero va dejando que poco a poco se vayan hinchando sus paredes, sólo permitiendo breves fugas/escupitajos de lava lanzados al estómago del lector/espectador. Norén es lo opuesto a la estridencia, al histrionismo, al efecto buscado a través de los gritos destemplados y tantas veces reproducido en el teatro vacuo. Poco a poco, las luchas soterradas y las fugas de cólera van in crescendo hasta llegar a la devastación total de los personajes. Una suerte de erupción progresiva de la que es imposible abstraerse, hastiarse o evadirse.

Lars Norén creció en un hotel. Sus padres, que eran muy diferentes entre sí y vivían en una tensión constante, regentaban una pequeña pensión en la que siempre había gente de paso. Allí iban a parar personas que emigraban a América y otras que regresaban del exilio a morir en Suecia. Aquello, según palabras del propio Norén, no era un hogar verdadero, sino un sitio inseguro donde él se sentía perdido y en el que veía poco a sus padres. Un padre y una madre ausentes. Basándose en lo vivido, una de las características en la creación de personajes de Norén es la existencia de padres (hombres) con fuertes rasgos tiránicos que esconden y, a la vez, muestran en manifestaciones perversas y enfermizas, debilidades, carencias y frustraciones. Muchas de las criaturas de este autor y director son buscadores natos de responsables de sus heridas, de culpables sobre los que asestar los golpes que ellos mismos se infringen.

Los lugares que crea Lars Norén son figurados y reales y ambos someten a los personajes a situaciones asfixiantes. Las mochilas que acarrea cada uno de ellos los obliga a moverse dentro de jaulas psicológicas que son espacios teatrales en sí mismas.

Hoteles baratos y apartamentos en barrios empobrecidos. Cuerpos enfermos y círculos viciosos de los que es imposible salir. La suciedad se aferra a los exteriores impolutos y a los cristales transparentes. La basura personal es una tenia, a nivel individual y social: corroe y devora, desde el seno de la propia familia. ¿Cómo encontrar un refugio si la sangría psíquica es imparable?

En La valentía de matar, Norén pone en boca de «el padre» algunas de sus propias vivencias, que podría resumir la quintaesencia de su obra: En esa pensión, ¿vas a poder sentirte en casa? ¿La sientes como un hogar? Erik, «el hijo», responde: Nosotros nunca hemos tenido un hogar.

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Crónicas

Daniel Dimeco

Petra hellberg _ Jonas Kruse y Elisabet Carlsson y otros en Estreno en Klarascenen el 23 de agosto de 2013
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(c) UNAM (CC BY 4.0) Amaranta Osorio

ENTREVISTA A AMARANTA OSORIO

ENTREVISTA A

AMARANTA OSORIO

¿Qué te impulsa a escribir una nueva obra?
No sé de dónde me vienen los impulsos para escribir y tampoco sé de dónde vienen las obras. Sólo se que a veces llegan como un rayo y otras veces hay que buscarlas debajo de una montaña de tierra. Creo que los impulsos vienen de dentro de mí, pero suelen detonarse por algo externo: la mirada de un desconocido, las alas azules de una mariposa, ver cómo un tomate se vuelve rojo, enamorarse, el olor a sándalo, un sabor dulce, el dolor, un cuadro hermoso, el silencio…

Suelo escribir sobre cosas que me parecen injustas y también de las que me conmueven. Escribir me ayuda a resistir, es una forma de lucha, un esfuerzo por hacer que algo cambie.

¿Partes de una sinopsis, escaleta previa, o te dejas llevar por lo que va surgiendo?
La mayoría de veces no sé qué voy a escribir, puedo tener una imagen o un tema, pero no se nada más. Entonces me siento y voy escribiendo lo que va llegando, pequeños trozos en desorden y poco a poco, voy descubriendo de qué va la obra.

Dicho esto, he recurrido algunas veces a la escaletas y ellas me han ayudado a escribir más rápido.

¿Cómo saber que una obra está llegando a su fin?
Yo no lo sé, puedo seguir corrigiendo hasta el infinito. Por esa razón, suelo pedirle a una escritora o escritor que admiro, que lean mis borradores por lo menos una vez. Las lecturas de otros me ayudan a ver qué puedo mejorar y cuando es el momento de parar.

Además de escribir sola, muchas veces busco compañía. Me encanta escribir en colaboración, sobretodo cuando la compañía es Itziar Pascual.

¿Cuánto hay de tu actriz en tu dramaturgia?
Si no fuese actriz, no escribiría como escribo y mis textos no sonarían como suenan. Mientras escribo suelo leer en voz alta y muchas veces transito las emociones de los personajes. Siempre pongo a prueba mis textos en mi porque tengo la creencia de que si no me funcionan, si no me emocionan, si me trabo al decir una frase, entonces no le funcionarán a otros actores.

¿Escribes los personajes que te gustaría encarnar?
Escribo los personajes que vienen, los que pertenecen a cada historia. Podría encarnarlos a todos, pero creo que hay otras actrices y actores que pueden hacerlo mejor. Las obras que me han montado hasta ahora han tenido elencos estupendos y los actores han hecho crecer mis textos.

Sin embargo, escribí dos textos para hacerlos yo, el primero Anónimas nació de improvisaciones que hice, partiendo de frases que me daba la directora, Julia Varley (Dinamarca- Odin Teatret) y el segundo está todavía en proceso, se llama Lo que no dije y nació de una ponencia que di en la que explicaba por qué era feminista.

No sé responderte a las otras preguntas sobre mis personajes. Sólo te puedo decir que a todos los he querido.

Muchos de tus textos hablan sobre el dolor y la herida y, sin embargo, están llenos de esperanza. ¿Cómo compaginar esa dicotomía?

Creo que, quien ha conocido el dolor, ha conocido también una mayor alegría.
Todas y todos estamos heridos, a todes nos duele algo. Y, pese a ello, podemos ser felices. Todes necesitamos esperanza.

Para hablar de la oscuridad necesito luz. Porque si sólo hay oscuridad, entonces, para qué vivir. Yo estoy convencida de el mundo está lleno de luz.

Sueles mencionar a Juan Mayorga, Itziar Pascual y a José Sanchis Sinisterra como referentes y fuentes de inspiración para tu teatro, ¿cómo han influido en tu escritura?
Adoro a Itziar, a Sanchis y a Juan, los considero mis maestros. Los tres, son personas muy generosas que tuvieron la paciencia necesaria para enseñarme. Además son grandísimos autores y personas muy inteligentes. La verdad es que soy su fan, no podría decir nada malo de ninguno de ellos.

Cuando estudié en la RESAD tuve la inmensa fortuna de tener como tutores a Itziar y a Juan. Ambos me hicieron descubrir muchos autores, me animaron a correr riesgos, me hicieron críticas con infinita delicadeza. A Juan, ahora lo veo muy poco, pero Itziar sigue y seguirá siendo mi maestra. Me gustaría tenerla siempre de tutora (es la mejor lectora y crítica para mis obras) pero ella ya me ha dicho que no, que mejor seguir escribiendo juntas. Como saben los lectores de la revista, por la entrevista que le hicieron en el numero pasado, con Itziar hemos escrito tres obras La Trilogía de las Luciérnagas y ahora estamos terminando la cuarta.

Y Sanchis…, ¿quién no esta enamorada de José? Es un hombre al que siempre es un placer escuchar. Cuando no sé por donde empezar, suelo hacer uno de sus protocolos, o uno de sus ejercicios de pistola en la nuca. Asistí a varios de sus cursos y también me dirigió en dos obras, que eran adaptaciones suyas de cuentos de Cortázar. Tengo muchas ganas de hacer alguno de sus proyectos en el Fronterizo. Lo que ha hecho José en el Nuevo Teatro Fronterizo, con tan pocos apoyos, merece muchísimos aplausos.

He leído que también has escrito una novela: ¡Salta! Cien preguntas y una pequeña revolución, ¿por qué le diste una forma narrativa a ese texto y no teatral? ¿Qué te dice que una pieza puede ser teatro y otras no?
Escribí la novela que necesitaba escribir, quedó finalista en el Premio Fernando Lara, pero nadie quiso publicarla. Escribiendo esa novela entendí que realmente lo único que quería era escribir. Y desde entonces, me he centrado, sobre todo, en la escritura. Escribirla fue todo un aprendizaje.

Respondiendo a tu pregunta, yo no le di forma narrativa, llegó así.

Supongo que todo puede ser teatro. Pero en general el teatro necesita más subtexto que texto, mientras que, en la narrativa, se describe más. Pero no siempre es así, hay novelas que cuentan más con lo que no cuentan y obras de teatro muy narrativas.

¿Qué tipo de teatro te gusta leer (o ver representado)?
Me gusta todo tipo de teatro cuando está bien hecho, cuando me conmueve.
Puedo disfrutar de una obra clásica, de un monólogo fragmentado, de una obra sin texto, me gusta cualquier tipo, siempre que sea honesto y bueno.

¿Para qué escribir teatro hoy?
Yo no sé por qué otros escriben teatro… Yo escribo teatro porque me hace feliz.

Me gustaría que mi escritura provocase instantes de belleza, quiero decir, que provocase que, por un momento, el lector dejase de pensar, que se sorprendiese, que se conmoviese, que se diese cuenta de algo.

Según cuentas, empezaste a estudiar Relaciones Internacionales porque querías cambiar el mundo y, sin embargo, has terminado dedicándote al teatro. ¿Puede el teatro cambiar el mundo?
Escribir teatro es casi inútil, en el teatro no se salvan vidas, ni se apaga un incendio. Pero cuando alguien se refleja en un personaje, o se da cuenta de algo, cuando alguien se pone a llorar en un patio de butacas, o se ríe más de lo que se ha reído en todo el año o descubre que es libre…, entonces, el teatro no resulta tan inútil.

¿Cómo atraer a las nuevas generaciones al teatro?
El teatro debería ser una asignatura obligatoria en el colegio. Los niños y jóvenes deberían poder ir al teatro al menos un par de veces al año.

Has vivido y trabajado en países muy diversos: Japón, Brasil, México, España, Francia… ¿Has tenido que adaptar tu escritura a cada contexto?
No siento que haya adaptado nada, creo que seamos del país donde seamos, todos somos humanos. Lo que si ha sucedido es que mi escritura se ha ido enriqueciendo de palabras y culturas de diferentes países.

En tu faceta como gestora cultural has dirigido festivales como 7 Caminos o A Solas cuyo objetivo fundamental era visibilizar el trabajo de mujeres creadoras. ¿Cómo debería ser una gestión igualitaria de la cultura?
En algún lugar leí que si seguimos avanzando a este ritmo, la igualdad se conseguirá en cien años. Increíble, ¿no? Tenemos que hacer algo, no podemos esperar tanto.

Está probado que hay una desigualdad y que es mayor de la que pensamos.

La mayoría de los hombres y muchas mujeres, son incapaces de ver la desigualdad, porque hemos sido educados así. Porque están, estamos ciegos.

El primer festival de teatro hecho por mujeres que organicé fue el 7 caminos teatrales- Magdalena- en 2011 en México, lo hice después de darme cuenta de que había organizado otro festival y había programado casi sólo hombres. Me enfadé conmigo misma por no conocer a más artistas mujeres y salí a buscarlas, entonces encontré artistas maravillosas. El segundo que hice fue el Festival A Solas en los teatros del canal en 2013.

Creo que una gestión igualitaria pasa por darnos cuenta de que casi todos, si nos dan a elegir, privilegiamos a los hombres de manera automática. Sabiendo eso, deberíamos obligarnos a programar el mismo número de autoras que de autores. Y si hay más autoras está también bien, porque llevamos siglos de desequilibrio.

Recientemente, has sido nombrada directora artística del Festival Tantidhatri en India, ¿qué es lo que más te ilusiona de esta nueva andadura?
Me divierte tu pregunta. En realidad estoy ayudando a Paravathy Baul, que además de ser una artista impresionante a la que admiro, es mi maestra espiritual.

El festival Tantidhatri tendrá lugar del 15 al 20 de enero en Calcuta. En él, hemos programado 16 espectáculos internacionales, 16 nacionales, 4 exposiciones, 3 mesas redondas, 8 clases magistrales y 1 taller. Creo que va a ser un festival impresionante.

Puedes ver información en ekatharakalari.org/tantidhatri/

La dirección artística de Tantidhatri, es mi seva (trabajo desinteresado) y espero que sea de beneficio para otras mujeres. Yo creo que India necesita un festival así, creo que las mujeres necesitamos tener referentes y conocer el trabajo artístico de otras mujeres. Todas las personas de la organización y las artistas están donando su trabajo y los fondos recaudados irán para la educación de las niñas en India.
Próximamente te veremos en Madrid con dos de tus proyectos. El primero es un solo titulado Lo que no te dije que se presentará en el encuentro de feminismos de la RESAD como trabajo en proceso, ¿puedes contarnos un poco más sobre el texto?

En febrero del 2018 Alicia Blas y Ana Contreras me invitaron a participar en el encuentro de Teatro y Feminismos de la RESAD. Me pidieron hablar durante una hora y responder a la pregunta ¿Por qué eres feminista? Preparé una ponencia muy personal, la más personal que he escrito nunca. Muchas de las asistentes, lloraron al escucharme y me hicieron entender que yo no era la única, que nos pasaba a todas. Esa ponencia fue la semilla de la obra Lo que no dije.

Es mi primer solo, en el digo cosas que no había dicho nunca. No quise llamar a un director, porque me apetecía probar una dirección conjunta, todavía lo estamos probando, por ahora el equipo está formado por la video artista Suzon Fuks (Bélgica) , Alicia Blas (Escenógrafa española), James Cunningham (Coreógrafo australiano), y Mohn (Músico francés). Hicimos una residencia en Aviñón de 10 y luego Suzon y yo estuvimos trabajando juntas en Chile por dos semanas. Mostramos el work-in-progress en el Festival Mestiza y la respuesta fue buenísima. Que más… El texto recibió Mención del jurado en el Premio Dolores de Castro de México. Aún tenemos que encontrar financiación para poder terminarlo, pero la parece que la obra quiere vivir, así que la estamos mostrando como trabajo en proceso, después de Madrid estamos invitadas a Argentina y Dinamarca.

Lo que no dije, es un performance multidisciplinar, sobre la violencia y los problemas de género que enfrentan las mujeres desde que nacen, relacionados con su cuerpo, la educación, el abuso sexual, la inseguridad y la obligación social de ser: bonita, calladita, sonriente, productiva y perfecta.

Y en marzo se estrena Moje Holka en el teatro Español, obra escrita en coautoría con Itziar Pascual, ¿recomendarías la escritura a cuatro manos?
Estoy tan ilusionada con el estreno de Mi niña, niña mía en el español. Es la primera vez que uno de mis textos se hace en un teatro grande, con una buena producción.

Estoy realmente feliz de que Natalia Menéndez sea la directora y de que tenga tan buen equipo. También le estoy muy agradecida a Carme Portaceli por habernos acogido en su teatro.

Me siento ilusionada e invito a todos los lectores a ir a ver la obra del 6 de marzo al 7 de abril en el teatro español.

Aquí la info: www.teatroespanol.es/mi-nina-nina-mia-3d

Recomiendo la colectiva. Sobre todo si tu compañera es Itziar Pascual. Trabajar con ella ha sido un viaje maravilloso porque nuestra relación se ha basado en el respeto y el cariño.

A mi me encanta escribir acompañada, creo que cuatro manos y dos cerebros pueden hacer algo mejor que solo uno, pero también creo que es más divertido escribir así que en soledad. También es un buen aprendizaje para el ego, para separarse del texto, porque en el momento en que pasas un borrador a otro y le das permiso a modificación, tienes que estar dispuesto a aceptar los cambios.

¿Qué le dirías a alguien que está empezando a formarse en la escritura dramática?
Que se de permiso a escribir algo malo y que luego lo trabaje.
¿Y a una persona que quiere dedicarse a la interpretación?
Que si puede ser feliz sin actuar, se dedique a otra cosa.

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Crónicas

Eva Redondo

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(c) UNAM (CC BY 4.0) Amaranta Osorio

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®foto: Pierre Rivero Barcelona 2013

CARTOGRAFIAR LA DISPERSIÓN. PRÁCTICAS DE BUTOH EN MADRID Y…

ENSAYOS

CARTOGRAFIAR LA DISPERSIÓN. PRÁCTICAS DE BUTOH EN MADRID Y BARCELONA

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(Primera entrega)

A pesar de que antes de 1980 Ashikawa Yoko y su grupo Butoh-ha Sebi daban funciones esporádicamente en Europa, la presentación de Ohno Kazuo y Sankai Juku en el Festival de Danza de Nancy de ese año constituyó el punto de giro a partir del cual el Butoh salió a la escena internacional creciendo rápidamente en popularidad.

La primera referencia encontrada en prensa que recoge una actuación de Butoh en España refiere la presencia de Kazuo Ohno a finales de los años setenta en Barcelona. En 1987 Francisco García-Muñoz le dedicaba dos páginas de Primer Acto a Admirando la Argentina de un Ohno de ochenta y un años.

Un escenario grande y vacío. Ocupado tan sólo por un bailarín de ochenta y un años. Ver en escena a un bailarín de esa edad, actuando en solitario durante una hora, se convierte probablemente para muchos espectadores en el principal espectáculo. Algo insólito y excepcional. (…)

Su figura vacilante, sintiendo y representando el esfuerzo por dar un paso en escena, por mantener a duras penas el equilibrio y la compostura con un atuendo de gloria pasada a punto de descomponerse, da la impresión de que fuera a desplomarse en el abismo de la edad y del tiempo.

Ya la sola presencia del anciano bailarín travestido en una «gloria pasada», provocaba esta visión mezcla de fascinación y misterio. Es la época en que el Butoh sale de Japón y se disemina por todo el continente europeo. A partir de la década de los ochenta además se registran numerosas y repetidas presentaciones de butoh-kas japoneses discípulos de Hijikata y de Ohno como Yoshida Mitsuo, Iwana Masaki, Ikeda Carlotta o Nakajima Natsu.

Por otro lado, los escenarios españoles de la época echaban en falta la confrontación con espectáculos internacionales que ayudaran a curar, en palabras de Moisés Pérez Coterillo, «el astigmatismo crónico de nuestra escena provinciana». Claro que desde entonces numerosos butoh-kas japoneses se han presentado en escenarios españoles en solitario o en compañías como Dai Rakuda Kan dirigida por Akaji Maro, quienes en años recientes se han presentado dentro del Festival Madrid en Danza.

Pero en sentido general para los artistas españoles el camino hacia el Butoh ha sido variado y responde a necesidades personales de muy diversa naturaleza. Algunos de ellos han estado trabajando fuera de España durante algún tiempo, con maestros japoneses, y luego han regresado incorporando aquello que han aprendido, adaptándolo, como el caso de Andrés Corchero (se formó y trabajó en Japón durante 10 años con Ohno Kazuo y Tanaka Min), Joan Soler (se formó y trabajó en Japón al lado de Ohno Kazuo y su hijo Ohno Yoshito), Sua Urana (se formó con Ohno Kazuo, su hijo Yoshito y Tanaka Min) o Marianela León (se formó en Francia con Masaki Iwana). Por otro lado, numerosos maestros japoneses han visitado ambas ciudades impartiendo talleres y mostrando su manera de entender esta danza, de manera individual por el esfuerzo de los propios interesados o invitados a festivales como el Barcelona en Butoh .

El Butoh se ha convertido desde su dispersión global, en territorio de pasaje entre formas escénicas, modos de pensamiento y de estar en el mundo entre oriente y occidente, y ese puente entre las tradicionales «antípodas» recupera ecosistemas culturales y escénicos imprescindibles en el contexto contemporáneo. Pero además hoy puede considerarse también punto de referencia indispensable al hablar de investigación en torno a lo corporal, ya que las manifestaciones escénicas que pueden agruparse bajo este epíteto en la actualidad, son muy dispares y en algunos casos el nombre Butoh ni aparece ni determina, pues lo fundamental es, en palabras del propio Corchero, encontrar el propio lenguaje.

Más que encontrar un estilo, encontrar un lenguaje, un vocabulario, una manera de entenderse y que tú puedas entender tus propios cambios y cómo eso une universalmente a multitud de personas. Porque lo que sí yo he entendido del Butoh es que es algo que no pertenece es algo que es universal; es como el cuerpo, el cuerpo es una cosa universal que conocemos todos desde pequeños […] Lo que no es universal es aprender una coreografía, repetirla y ya está; lo que está antes de eso es universal; si tú puedes hacer eso repitiendo esa coreografía, estarás en el camino del Butoh aunque la forma sea contemporánea, entre comillas; si no estarás en otro camino.

Cartografiar la dispersión se refiere a descubrir (que no abordar en su totalidad) un quehacer en Madrid y Barcelona en parte sumergido, que por lo general no aparece en las carteleras de programación sino que se mueve por salas pequeñísimas o espacios no convencionales de representación, con el ánimo de extraer algunos motivos esenciales y recuperarlos como parte de la práctica escénica contemporánea vinculada a la investigación y la experimentación.

Este será el primero de una serie de escritos que saldrán en números sucesivos, y que tienen como objetivo fundamental visibilizar un complejo mosaico de fragmentos dispares que son las prácticas de danza butoh en tales ciudades, yendo de un creador a otro, intentando dar luz a la manera que ha tenido de enraizar y desarrollarse en los cuerpos de esta parte del mundo.

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Crónicas

Evelyn Viamonte Borges

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®foto: Pierre Rivero ®foto: Hulki Okan Tabak

®foto: Pierre Rivero Barcelona 2013
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Nekrassov

INTENSAMENTE AZULES

CRÓNICAS DE Teatro de la Abadía

INTENSAMENTE AZULES

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Autor y director: JUAN MAYORGA

Arribé a la Abadía sobre las siete y poco de la tarde, como tenía previsto. El cielo que nos cubría, intensamente azul. Muchas personas congregadas a las puertas para Nekrassov, no tantas todavía para la propuesta de Mayorga. Llegué muy pronto.

El cielo iba recuperando su oscura sensatez, al tiempo que ingresábamos en la sala Jose Luís Alonso. Desde el asiento que me asignaron, fui testigo de la llegada del dramaturgo y académico Juan Mayorga, autor y director de la obra que íbamos a presenciar. Conversó brevemente con el acomodador y echó un vistazo al público. Procuré disimular mi interés, no me pregunten por qué. Conozco a Mayorga, nos presentaron en su momento y me facilitó su teléfono para concertar una entrevista que aún no ha llegado a producirse. Hemos coincidido como espectadores en diferentes espectáculos internacionales. Alguna vez le he saludado y me ha devuelto el saludo, muy amablemente, muy normal, con relativo interés. Esta vez me comporté como si no le conociese, cuando me levanté para facilitarle el paso hasta su asiento. Se sentó en la misma fila que yo, un poco más centrado. Quizá él me recordase, quizá no… A mi derecha se sentó una mujer que parecía un personaje de ficción infiltrado entre el público: enorme en todos los sentidos, muy clown. Hizo como que apagaba el móvil, pero lo dejó encendido, seguramente por desconocimiento del método. Me ofrecí a apagárselo, pero no supe. Por eso sonó ese aparato infernal durante la función, por puñetera ignorancia. Menciono a esta espectadora porque me resultó un contrapunto a lo que sucedía en la escena. Iba algo trastornada, quizá bebida o bajo los efectos de alguna medicación. Tan pronto reía a carcajadas, de una manera franca, naif y contagiosa, como se quedaba dormida. Al final del espectáculo se puso en pie y se hartó de gritar «bravos». El hecho de que una persona en ese estado disfrutase de una función en donde el hilo conductor es filosófico, pone de manifiesto la eficacia del truco empleado para traducir a Schopenhauer, truco en el sentido de fórmula mágica.

Allí estábamos, unos y otros, los iniciados y los salvajes, los pensadores, los hacedores, los que se encogen de hombros y los que cruzan los brazos. La sala repleta, de todo habría y dentro de cada cual habría de todo. El caso es que Cesar Sarachu abrió un baúl y captó nuestra atención durante una hora y cuarto. ¡Con qué poco elemento añadido y con cuánto puesto de su parte nos condujo este estupendo actor por esa historia ridícula y fascinante de Mayorga con la que nos identificábamos sin saber muy bien ni por qué ni cómo! ¿Y si nuestra opinión sobre el mundo estuviese sujeta a la mirada, según el enfoque y el filtro, radicalmente distinta? ¿Y si esa mirada sobre la realidad cambiase radicalmente con tan solo interponer un filtro de un color diferente, entre nuestra percepción y el mundo? Probablemente nuestra actitud ante las personas y los acontecimientos se vería modificada, y también la actitud de los demás al relacionarse o no con nosotros. Una vez más la perspectiva como clave, pero en clave de humor. Hay que hacer lo necesario para lograr mejorar nuestra visión de los acontecimientos, para poder valorar así lo que ocurre en nuestro entorno, incluso más allá, hasta donde alcance la imaginación, ilustrada a base de sabiduría específica. En un momento del texto escribe Mayorga: «No era cómodo, pero sabía por dónde iba». Voluntad de acción. ¿Libre determinación absoluta o condicionada por un suceso fortuito? Se le rompieron las gafas y se vio obligado o se le ocurrió a utilizar otras supuestamente apropiadas para las profundidades, para sumergirse en un medio distinto al habitual.

«Somos el inconsciente de ese que se nos aparece en el sueño», nos sugiere más adelante Mayorga por boca de Sarachu. O dicho de otro modo: son los sueños los que dirigen nuestros pasos. El texto y su puesta en escena tienen mucho de onírico: la música de Jordi Francés, la escenografía de Alejandro Andújar y la iluminación de Cornejo; la historia en sí, con su advertencia sobre el advenimiento del diluvio. Todo es susceptible de suceder, pero si no lo veo no lo creo, o sí, depende del filtro, de la graduación y del color que se interpone entre mi mirada y el suceso a observar. Si el filtro es la imaginación (ese medio aéreo), alcanzaremos orillas extremas, pero es sano llevar contrapeso al iniciar el viaje, para tener control sobre el cuándo y el cómo del imprescindible aterrizaje.

Ningún filtro te salva de la confrontación en tierra firme, recién salido de entre las aguas, como un salmón que se desvía un ápice al dar el salto contracorriente. Hay que luchar por las identidades; «ser» no es tan sencillo, se puede «no ser», ya lo dijo Hamlet, ya lo vivió el Quijote… No siempre se cuenta con el apoyo de los seres queridos, los afectos pueden darnos la espalda o como mínimo avergonzarse francamente de nuestra apariencia y nuestro discurso. Nadie dijo que fuese fácil, solo interesante, intenso. Aquel que mira distinto puede despertar sospechas, suponer una amenaza… Pero también hay gente dispuesta a unirse a las causas perdidas, incluso si nadie se lo pide: “Voy a defender su derecho a conducir su vida como guste, aunque me cueste la mía” Pero no cualquiera nos sirve, ni siquiera para intercambiar impresiones: «Quien quiera entenderlo, lo entenderá inmediatamente. A quien no lo entienda, de nada servirá darle explicaciones.» El peligro de la ciencia, las supuestas certezas que pueden poner al mundo entero en peligro. El poder en manos de unos privilegiados, la capacidad de decidir, por ejemplo, que nuestra especie se extinga o de salvarla. La frivolidad en las altas esferas, entre los que mandan con la complicidad de los medios de información, la censura pura y dura… Las transformaciones en superficie, fuera del medio natural, alejados del fondo de los asuntos, de la naturaleza de los seres. Las apariencias, que engañan a quien lo admite. Contra el inmovilismo o el dejarse arrastrar por las corrientes, el pensamiento que cambia de dirección, que gira sobre sí mismo y avanza en dirección opuesta a la fuerza del agua que se despeña.

El sentimiento de pertenencia es una necesidad innata, imprescindible de atender en aras de nuestro equilibrio y de nuestro desarrollo como individuos. Somos interdependientes, hay que abrirse al mundo, pese a los impedimentos de la burocracia cerrando fronteras. Por nuestra propia supervivencia, por la mejora de nuestra vida en común, por nuestro propio futuro y el de las generaciones que nos persiguen, es importante transmitir conocimiento. Para aprender matemáticas de un modo útil, hay que ser poseedor de una base filosófica. Habría que educar a las nuevas generaciones procurando que desarrollen su capacidad de cuestionarse asuntos de diversa índole, que sientan la necesidad y la obligación de reflexionar sobre ellos, que se capaciten a través del ejercicio del libre pensamiento para tomar decisiones con respecto a su propia vida y al impacto que esas decisiones causen en la sociedad, que se sientan preparados para asumir los compromisos que dicha sociedad les demande o que ellos mismos generen con el ánimo de mejorarla. “(…) el silencio tiene consecuencias”.

«El orden de las palabras es esencial», escribe Mayorga. No es tarea baladí el procurar ajustar las palabras lo máximo posible al pensamiento que se pretende expresar. Componer el discurso consciente de que el lenguaje tiene una estructura lógica y, a la vez, una fuga poética que lo invita a trascender el mensaje implícito. Considero que la ironía le ha servido al autor y director para abrir conciencias. «Nadie puede ser como es, pero tampoco puede ser otra cosa. Nadie puede retroceder de su propio cuerpo.» Utilizando la llave del humor, nos ha metido entre pecho y espalda una disquisición filosófica con mucha enjundia. La ingenuidad, sin embargo, es el contrapunto, la fuga, lo conmovedor, lo trascendente, la esencia… «No podemos conocer el mundo porque lo conduce una voluntad ciega de la que formamos parte (…) Pero se puede leer a Schopenhauer y tomar helado de fresa» Todo es representación. «Para Calderón, el sueño no es lo opuesto a la vigilia, sino una esfera que la envuelve» «Pues peor me lo pones»- ha sido la respuesta-

El texto es una maravilla, representado magistralmente por César Sarachu, o leído directamente. Ambos ejercicios consecutivos, sería lo idóneo… Por si aún no se ha notado, hago costar que he intentado inmiscuirme en voluntades ajenas a través de esta crónica: Vayan y vean, consigan el libro y lean.

Crónicas

Por MJ Cortés Robles

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JUAN MAYORGA
INTENSAMENTE AZULES

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Adaptación de Luces de Bohemia, de VALLE INCLÁN

VALLE INTRAP

CRÓNICAS DE Nave 73

VALLE INTRAP

(Adaptación de Luces de Bohemia, de VALLE INCLÁN)

Versión y dirección: KEES HARMSEN

Embarcamos en Nave 73. Nada más ingresar se acercó a sobornarnos con caramelos una azafata atípica. Vestía una sonrisa de anuncio y media bata de cola. Se proponía tal vez endulzarnos el trago cotidiano de una tarde de teatro cualquiera, o quizá simplemente advertirnos de que el menú de a bordo tenía un punto amargo, de que se pronosticaban turbulencias.

Así es cómo se podría intentar definir el montaje de este Valle Inclán que Kees Harmsen ha versionado y dirigido con irreverencia retadora: un viaje alucinatorio, con sentido pleno de espectáculo, fruto de su pasión por este oficio. La puesta en escena, futurista, pero repleta de guiños a esta vida en común que consumimos como si no hubiera un mañana, a este libre mercado que nos fagocita.

Un carro de supermercado, era el vehículo con el que Latino conducía la ceguera de la máxima estrella fugaz de entre los intelectuales. Este embaucador sin disimulos, despojado del “Don” como el que se despioja y descansa, rumiaba las sobras de algún contenedor con la boca abierta, desencajada, sin acabar de deglutirlos, como si su hambre fuese tan voraz que prefiriese retener así lo poco conseguido, hasta sacarle todo el jugo. Bajo este aspecto de indigente simpático al que se repudia, se esconde un actor de talento, Mateu Bosh, que hizo las delicias de los que nos atrincherábamos entre el graderío de butacas, con sus continuos asaltos a la cuarta pared, invitándonos a superarla y a caer del otro lado, o a derribarla de una vez por todas. Su comunicación directa con el público resultó ingenua en su forma, pero perspicaz en cuanto a sus motivaciones, brillante en sus consecuencias. Dinamizó la función. Consiguió que nos percatáramos de hasta qué punto era uno de los nuestros, de que nadie está exento de tener que dormir a la intemperie ni de tener que buscarse la vida como sea, de que mandan las circunstancias siempre, de que sobre estas mandan las fluctuaciones del mercado, y de que, como se rumorea, en estos tiempos de ahora, el verdadero poder lo tienen los algoritmos. Se nos antojaba entrañable este Latino, incluso en su desapego, en su interesada búsqueda de sustento, un atisbo de humanidad que nada tiene que ver con la falacia del ideal cristiano. Queda grabado en mi imaginario un momento del montaje tan real como desolador: el cadáver aún caliente de un poeta fracasado sobre el regazo de quien inmediatamente va a despojarle de lo que de valor lleve encima. Herencias… ¿Quién tira la primera piedra? Acudimos a la carroña, como los buitres. Y, antes, abandonamos en los márgenes a los improductivos, a los lisiados, nos alejamos de puntillas, como Judas, vendiendo al muerto por cuatro euros. Así nos vimos reflejados en Latino, en su abandono sórdido, saciado y aburrido incluso del sexo, con la actitud alienada de quien se sienta frente al televisor a la misma hora, día tras día, sin faltar uno.

Como un perro que encontramos abandonado en la calle y nos persigue primero con fijeza, quizá en busca de algún hueso, de nuestro esqueleto entero y de nuestra carne, que nos inicia más adelante en el vicio de las caricias, en la necesidad de presencia y de escucha silenciosa; así establece Latino el vínculo con Max Estrella: es guía de su perdición y sucedáneo de consuelo, mortal, como la droga dura. Max lo sabe en su fuero interno, lo vislumbra, aunque no cuente con certezas. Pero el maestro es también una carga para Latino, vive ajeno a la realidad, sujeto de su enajenación literaria, supurando metáforas por la herida abierta del fracaso, olvidado pero incapaz de olvidar. Su estrella se ha hundido en el fango. Ahora retoza en él, tras las huellas de Latino, cometiendo genialidades o atrocidades por igual, sin acumular ya nada en su conciencia, solo ocupada por las quejas, por desesperados deseos de reconocimiento social, de galardones. Brilla entre el lodo, aunque no siempre; a veces, arde entre los muslos de una niña en busca del desahogo que no encuentra en su familia. Su abnegada mujer, le aburre; su hija, histérica, le provoca escalofríos; ambas víctimas y verdugos, mitad por mitad, responsables de su propia desgracia y consecuencias de la de Max Estrella.

Nada es lo que parece, tampoco el suelo pulido que se alza de pronto en vertical como propuesta escenográfica de Javier Carramiñana, devolviéndonos imágenes vivas que bombardean a los presentes desde algún lado oculto y oscuro… Pura campaña publicitaria, artificio, distorsión, engaño. Como la pose de los Modernistas, aparentando un conocimiento especial, cuando seguramente no saben más de lo que sabe cualquiera. El capitalismo sobrevive precisamente así a las crisis, con subterfugios, a base de políticas de austeridad para el ciudadano. No sabemos el hasta cuándo de esta supervivencia. Ahora los cálculos los hacen las máquinas, deberíamos vigilarlas de cerca. El sistema pierde aceite, chirría, aunque parezca que funciona. Seguimos creyendo en esa idea de progreso trasnochada que considera el constante crecimiento económico como algo positivo, pero existe un límite. Cuando no se materializa ese crecimiento, entramos en pánico. La perspectiva del esperpento nos la dan los inadaptados, los marginados. Son grietas en la superficie brillante, como si la luz se quebrase al chocar contra ella. Si se mira más de cerca, se puede comprobar que la hendidura es honda, que llega hasta el corazón del modelo.

No quiero dejar de mencionar lo hiperbólico de esta versión de Luces de Bohemia que ha venido a llamarse Valle Intrap. Es maravillosa la escena del concierto-recital. Mario Alonso está sublime como rapsoda, como cantante, o como poeta metido en un charco, como quiera que se le llame a este roll que cumple en semejante oficio por mí desconocido. Además de poseer una gran presencia escénica, con esa mirada tuneada de ojos blanquecinos, con las rodillas transformadas en muñones, resulta verídico y carismático, yo compraría sus discos. El resto de la comparsa, también convence, incluido el sonido que acompaña y que corre a cargo de Albers Mayo. Destacar en esto lo laborioso de componer letras tan cargadas de significado y tan encajadas en el ritmo. Resaltar igualmente el contenido sociopolítico de actualidad que se incluye en esta versión del texto de Valle, que no desentona en absoluto con el original, todo lo contrario, que lo actualiza, le rinde un homenaje, lo ensalza. No voy a desvelar temas concretos, no tengo intención de destriparla, vayan a verla.

Subrayar igualmente la ironía implícita a lo largo de la obra, que llega a su máxima expresión en la escena en la que Susana Álvarez representa al cuarto poder, a la capacidad de los medios informativos para erigirse como verdad absoluta, posibilidad siempre castrante, censora. Las disquisiciones engoladas e ininteligibles de su discurso parecían no acabar de decir nada concreto, no tener fin, acciones ambas muy simbólicas.

Y por último, centrarme en lo que, según mi criterio es el corazón de la obra. Me refiero a la escena del encarcelamiento del poeta, cuando coincide con un obrero revolucionario también encarcelado; la conversación que surge entre ellos, reveladora, noble, digna y elocuente; la comunión, el abrazo fraterno entre dos seres inteligentes y sensibles privados de libertad, ambos ciegos, ya sea por tara física o por ansia de justicia. Dos caras de una misma moneda que se funden en un abrazo fraterno justo antes del final, de la muerte, la única certeza.

Ni siquiera después de muerto pueden rebajarle a Max Estrella su orgullo y su soberbia. Resulta ridículo y obsceno, pero fascinante: «Vivito y coleando», podríamos decir… Aunque eso de la resurrección sea ya una historia antigua…

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Por MJ Cortés Robles

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David Palazón

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FERTILIDAD

LOS AÑOS DE LA FERTILIDAD

CRÓNICAS DEL Centro internacional de Artes Vivas NAVES MATADERO

LOS AÑOS DE LA FERTILIDAD

Por Evelyn Viamonte Borges

Acercarme a Naves Matadero para ver una propuesta escénica fruto de un proceso de investigación es un gusto preñado de grandes sorpresas. Investigar en artes escénicas abarca siempre una cuestión esencial que no se formula en alta voz, pero que subyace como especie de telón de fondo, pregunta ontológica que nunca cesa pues no haya su respuesta en lugar alguno (verbigracia en montaje alguno). Es una cuestión necesaria porque reivindica la propia necesidad de hacer teatro hoy, y cada día. Eso lo tiene claro Emilio Rivas, a cargo de quien ha estado la dirección de esta particular reflexión escénica, muy cercana a la autoficción.

Descubro en el programa de mano al menos tres grandes bloques temáticos que vertebran la investigación. El primero gira en torno al acto de procrear mirado desde un punto de vista filosófico y político, que arroja así interesantes cuestiones, tanto prácticas como metafóricas. «Fertilidad es una palabra importante» dice Emilio en el programa, «enmarca un período y una posibilidad». A partir de estas primeras reflexiones en torno a la decisión de tener un hijo y sus consecuencias, se comienza a desvelar todo el entramado de pensamientos del autor-personaje, y una cosa lleva a la otra. Del acto de procrear como gesto político al contexto de una España que parece apretar el cuello de los artistas, esos últimos disidentes en este mundo globalizado donde «salir al escenario es un acto de resistencia». Porque procrear es también definir una manera de estar en el mundo, una forma de posicionarnos política y filosóficamente. Pero Emilio quería «hacer teatro desde la alegría» y estos pensamientos que le acechan no le dejan mucho espacio; para ser feliz hay que estar satisfecho, Emilio, y tú querías «conquistar el mundo para una vez conquistado hacerlo un mejor lugar». ¿Cómo lo hacemos?

Me encuentro en el calor de la sala ante un discurso inteligente, con grandes contradicciones insolubles, grandes preguntas que no tienen una respuesta únicamente sino que obligan a quien las hace a elegir, y elegir es siempre desestimar una alternativa que pudo ser mejor, es estar siempre al borde de una encrucijada.

Por momentos la sala se llena de risas, algunas nerviosas, casi siempre cómplices, como si confraternizáramos desde nuestros asientos.

Y he aquí que llegamos al tercer gran bloque de ideas que como una cascada se han desparramado por la sala oscura llena de espectadores atentísimos que asistimos al teatro. Asistir en su doble acepción: porque el público está allí, asiste, y porque ayuda a que el acto tenga lugar. Siempre se comparte algo importante cuando asistimos a un acto escénico. Y es que en Los años de la fertilidad la investigación parece plantearse también la pregunta ontológica sobre el quehacer teatral y su función sagrada como «algo que aún no hemos perdido», explica Emilio en el programa de mano.

Veo esta propuesta como un acto escénico en el sentido de una acción que se lleva a cabo sobre la escena, de una reflexión escenificada y compartida; hay una intención de puesta en escena que abiertamente apuesta por la simplicidad y la desnudez; tanto por la sencillez de los recursos escénicos como por el trabajo actoral que transforma cuerpos en arquetipos para devolverlos otra vez al estado de cuerpos, despojados de la máscara personaje, cuerpos diegéticos, cercanos. El uso reiterado de proyecciones, tanto de imágenes como de textos, y esa voz en off que nos participa de los pensamientos más íntimos del autor-personaje generan y propician también ese espacio abierto y reflexivo.

Para hacer la crónica de mi vivencia aquella noche fría en el calor y la oscuridad de la sala he necesitado profundizar en algunos temas que me atrajeron de esta propuesta y que luego han seguido dando vueltas en mí como puertas posibles. Cuando el teatro se convierte en una posibilidad de cuestionamiento de todo lo asumido, de todo lo social y políticamente correcto, cuando al dejar la oscuridad de la sala te atrapa el deseo de caminar sola, de irte pensando en lo que te han dejado, como quien vuelve la mirada una vez más sobre lo ya visto y lo descubre de otro modo, entonces el teatro se vuelve necesario, cada vez más necesario. Rescoldos crepitan aún en el fuego del hogar. Gracias mil.

fertilidad revista teatro

Crónicas

Por Evelyn Viamonte Borges

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Foto Mario Zamora / Ximena y Sergio

La Ofrenda (c) Ximena y Sergio
Evelyn Viamonte Borges
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BARRO

BARRO. MAPA DE LAS RUINAS DE EUROPA I

CRÓNICAS DE Teatros del Canal

BARRO. MAPA DE LAS RUINAS DE EUROPA l

En esta ocasión, no fui yo quien asistió a la función para la que solicité acreditaciones. En mi lugar acudió a la cita un matrimonio de jóvenes actores acompañado de sus dos perros guías. Nadie de los Teatros del Canal estaba avisado de que iban a tener a dos espectadores extra tumbados bajo sendas butacas de la primera fila. Helia y Tonka, son los nombres de esas dos criaturas nobles que guiaban, de esos dos hocicos privilegiados.

No hay por qué avisar, debería ser lo más normal del mundo que dos personas invidentes asistiesen a un espectáculo acompañadas de sus perros. De hecho, Lola Robles y su marido, Miguel Escabias, van mucho al teatro. Me contaron después que el trato que les dispensaron en la Sala Negra de Teatros del Canal fue exquisito, que fueron sumamente amables con ellos, con los cuatro, que quien atendió sus necesidades de acceso las atendió como si fuesen necesidades propias, preocupándose sinceramente, celebrando las condiciones adecuadas del servicio que les ofrecían como si las fuesen a disfrutar personalmente. Me lo comentaba Lola, satisfecha y alegre, en un audio de diez minutos de duración que me enviaron ella y Miguel.

Escuché a Lola emocionarse a través de ese audio en varias ocasiones. Se disculpaba, una de las veces, preocupada quizá de que esa emoción empañase su explicación de la experiencia artística disfrutada. Todo lo contrario, me fue muy útil su emoción, fue por empatía que mi imaginación consiguió ponerse en marcha y esforzarse en recrear una experiencia que me era ajena. Yo tampoco había visto, más aún, no había presenciado siquiera, no había sido testigo, solo tenía a mi disposición el relato de Lola y de Miguel, ese era el material para escribir mi crónica.

Adquiere sentido aquello que somos capaces de imaginar. En la actualidad, nos organizamos en sociedades complejas basadas en el flujo de información, en datos que se almacenan en las memorias o se fugan, que se transfieren de forma vertiginosa. Somos vasos comunicantes que se vacían y se rellenan de forma sucesiva y constante, intercambiamos experiencias de vida a través de diversos medios, pero en todos ellos debería ejercer su influjo la imaginación. Hasta el habla se ha adquirido imaginando. Me pregunto si no tendríamos que regresar al silencio y a la pausa… Quizá un teatro es un templo, definitivamente.

Como iba diciendo antes de filosofar, mis cuatro enviados especiales presenciaron el espectáculo de La Joven Compañía que yo misma les había seleccionado: Barro. Mapa de las Ruinas de Europa, dirigida por José Luís Arellano García. Al no contar con aparato de audiodescripción, mientras que esperaban el inicio de la función solicitaron información a quienes tenían al lado. Lola no se quejaba de esta circunstancia, de esta falta de apoyo logístico, argumentando que si la interpretación de los actores es de calidad, «se enteran de todo». Aunque temió perder el hilo cuando se percató de la multitud de actores que invadió el escenario. Sus palabras exactas, sin embargo, fueron: “¡A mí me ha gustado tanto, lo han interpretado tan bien… no me he perdido en ningún momento!”

Para Miguel la obra fue «magnífica, con un ritmo vertiginoso, y no se hizo larga». Estaba de acuerdo con Lola en cuanto al dinamismo del montaje: «siendo un drama, no prescinde de golpes de humor». Me resumió el argumento: «cómo la guerra es capaz de cambiar radicalmente la vida de un grupo de jóvenes que se ven involucrados en ella por imperativos patrióticos, familiares, por cuestiones de honor…».

Lola se maravillaba del silencio que hubo en la sala durante la representación: «Como no veo… parecía que estaba sola…» – Me explicaba- «Los actores tenían muy buena energía. Se me saltaban las lágrimas al comprender lo importante que es el amor en la vida. Tantos sueños truncados por la guerra…» Mencionaba que el tema del Arte late así a lo largo de la obra, como sueño truncado, como un motor vital oculto y añorado, como trasformador positivo de conflictos.

En cuanto a la escenografía creen que había «unos generadores de viento o unos ventiladores al fondo del escenario». Si bien es cierto que uno de los espectadores a los que preguntaron le describió a Miguel lo que veía en escena, no mencionó los ventiladores. Lola y Miguel supieron de su existencia porque un viento que soplaba desde esa dirección les vino a advertir del hecho, pero dudaban de si los ventiladores estaban escondidos o a la vista del público. Comentaban lo curioso de ser invidentes y de «enterarse de todo»; cuando, por el contrario, ese espectador al que consultaron, el que supuestamente contaba con una visión completa de la realidad, no alcanzó a comprender el significado o la utilidad de lo que veía en el escenario, e incluso confundió o perdió algún dato con respecto al argumento. Fue precisamente «aquel que puede ver» el menos capaz de captarlo todo. A este respecto, se me ocurre un verbo: «vislumbrar», pero habría que ver a quien se le adjudica…. Yo lo tengo claro; quien me lea, quizá dude…

Por su parte, Helia y Tonka permanecieron tranquilos junto a sus compañeros de vida, incluso pese al ruido de los disparos. Quizás los perros vean mucho más allá de lo que los humanos podamos imaginar, ya que son la consagración en carne y hueso de la palabra «lealtad».

Doy por finalizada esta crónica inusual, con la esperanza de haber puesto la riqueza de la diversidad de manifiesto.

Elenco

Alejandro Chaparro, José Cobertera, Víctor de la Fuente, Jota Haya, Samy Khalil
Álvaro Quintana, María Romero, Mateo Rubistein, María Valero, Cristina Varona

Dirección: José Luis Arellano García
Iluminación: Paloma Parra / Escenografía y vestuario: Silvia de Marta
Movimiento escénico: Andoni Larrabeiti / Caracterización: Sara Álvarez
Videoescena: Elvira Ruiz Zurita

RUINAS DE EUROPA
CRÓNICA DEL Teatro del canal

Crónicas

Por MJ Cortés Robles

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Foto David Ruan

BARRO
MAPA
Autores: NANDO LÓPEZ y GUILEM CLUA

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