entrevista
Pau Blanch, director de escena: “La era líquida removerá conciencias”
Por Eduardo Viladés
Eduardo Viladés, Actuantes.- Entre toma y toma te puede preparar una escudella, aconsejar a tu hijo sobre el mejor equipo de fútbol al que apuntarse, darte un masaje relajante, quizá una sesión de tai-chi o un número de magia, todo ello aderezado con música japonesa como telón de fondo y cualquier escenario que combine el azul con el verde y el violeta.
Paul Blanch Mestre es actor y director de cine y teatro, pero también quiromasajista, árbitro, cocinero y mago. Trabajar con él da mucha seguridad en caso de que el local de ensayo se localice cerca del Bronx o zonas similares. Tiene el cinturón negro 2º Dan de Kempo y Kobudo Kenjutsu y también practica kung-fu.
Todo un partidazo.
Nació en Barcelona hace 51 años, aunque desde hace 12 vive en Madrid. Está inmerso en varios proyectos, aunque el que le hace más ilusión es el monólogo dramático masculino La era líquida, un alegato a la aceptación personal enmarcado dentro de la temática LGTBi que pretende llevar por todo el país y del que se encarga de la dirección y puesta en escena.
Quedamos en un restaurante japonés del barrio de las Letras. A Pau le encanta Japón. Por eso le he traído aquí, espero que se relaje y se deje llevar. “Siempre he sido un enamorado de ese país. Me apasiona su cultura, su tradición milenaria y su gastronomía”, asegura. Yo me hago el loco y pongo cara de sorpresa. “Hace 14 años viajé a Tokio y me encontré con una parte de mí mismo. Me sentía como en casa. Durante tres semanas viví una experiencia única que espero poder repetir”.
Como buen artista, tiene que viajar para inspirarse y acumular anécdotas que después traslada a sus creaciones. “Me gustaría visitar Nueva Zelanda y China e incluso trasladarme una temporada a California. También conocer un poco mejor Europa y regiones españolas como Galicia”.
No se me ha olvidado que Pau está inmerso en la dirección de La era líquida, pero no quiero hablar aún de la obra. Supongo que es más interesante conocer un poco más al Blanch persona para saber por qué se ha embarcado en esa aventura.
“Para aceptar un proyecto me gusta que sea un reto, bien en lo artístico o en el aspecto direccional. Como actor busco que sea algo diferente o que aporte un no sé qué difícil de explicar, que el personaje tenga muchos matices”.
A Pau le fascina que el personaje posea un largo recorrido en escena, como el rol que encarna Julio César Martínez en La era liquida: “Los seres humanos no somos planos, aunque a veces pueda parecerlo. Somos muy complejos emocionalmente y nos comportamos de diferente manera en función de con quien interactuemos o la situación que estemos viviendo”.
E insiste: “Me gustan los personajes que sorprenden al espectador y que se sorprenden a sí mismos”.
Blanch lleva toda la vida formándose. Ha estudiado en la escuela El Timbal, en El Laboratorio, en la escuela de Nancy Tuñón y al lado de Peter Gadishe.
“Mi primera experiencia artística fue en el colegio en octavo de EGB. Representamos Los tres mosqueteros. Yo quería ser D’Artagnan, pero tuve que conformarme con el papel de narrador. Años más tarde me introduje en una compañía de teatro amateur en Esplugues de Llobregat. Durante dos años estuvimos de gira con varias obras e incluso llegué a ganar un premio al mejor actor secundario”.
Habla más que servidor, que ya es decir porque no callo ni bajo el agua. Me encanta que se suelte. La sopa de miso y el onigiri que nos acaban de poner ayudan. Reconozco que yo soy más de lentejas con chorizo y caparrones, pero vaya.
Abandona por un momento el relato sobre sus comienzos en la farándula y me ilumina con sus gustos culinarios. He estado a punto de obviar esta aportación en el reportaje, pero tiene su aquél: “Me gusta comer de todo y probar todo tipo de comida, siempre he sido muy curioso. Además, he trabajado en cocina durante muchos años. Lo más importante es la calidad, no me vale cualquier sitio, creo que me estoy volviendo un poco más gourmet cada día”.
Empiezo a hiperventilar tras ese comentario sobre la comida de alto estanding, estamos a fin de mes y no me llega ni para arroz de marca blanca. Este sushi parece más caro que el arroz de la balda impar del supermercado. Pediré un gin-tonic. Ahora que lo pienso, soy abstemio. No importa, haré una excepción.
“Tras el paso por el grupo amateur estuve un año en una compañía semiprofesional en Barcelona. Después opté seriamente por la formación, primero en El Laboratorio y después en la escuela de Nancy Tuñón y Jordi Olivé de la ciudad condal”.
Allí realizó un curso de canto y dicción y doce meses de doblaje en la escuela Eolia. Tras algunas incursiones en series de la televisión autonómica catalana se trasladó a Madrid. “Me desarrollé como mago y animador de fiestas. He ido creciendo como actor en diferentes cursos y proyectos, sin abandonar mi faceta de director y guionista, si bien ésta última se me hace más cuesta arriba porque me resulta muy trabajoso escribir y plasmar mis ideas”.
A estas alturas de la vida, Pau cuenta con innumerables fuentes de inspiración. “Elegir a un actor que sea mi referente se me hace muy complicado. Desde Buster Keaton o Charles Chaplin, pasando por Burt Lancaster, Paul Newman , Marlon Brando o Johnny Depp, Antonio Banderas, Javier Bardem, Jordi Sánchez y Gerard Depardieu. En cuanto a las actrices me quedo con Katherine Hepburn, Ava Gardner, Maribel Verdú, Gracita Morales y Penélope Cruz, incluso Scarlett Johansson y Catherine Deneuve”.
A la hora de escoger un actor, busca que el personaje supere al ser humano que sirve como envoltorio. “Como director me gusta contar historias que lleguen a la gente, que puedan aportar algo más, una visión distinta o más amplia de las cosas”.
Justo esa sensación de tener que contar algo y conseguir que el público reflexione fue lo que experimentó nada más leer el guión de La era líquida: “La obra me llegó a través de Julio César Martínez, un buen amigo y gran actor que me pidió que la leyera para ver si me interesaría dirigirla. Tengo que decir que me enganchó desde la primera página y enseguida me ilusioné con el proyecto”.
La era líquida es un monólogo masculino de 70 minutos de duración que promete emociones a flor de piel: “El personaje está inmerso en un momento de cambio profundo que se desarrolla a lo largo de la obra. Esto hace que vaya cambiando su forma de ver el mundo y entenderse a sí mismo. Transita por terrenos inexplorados llenos de magia, de miedo, de sensaciones”.
Blanch para la narración, sueña despierto durante unos segundos y prosigue: “Me gustaría también, aunque suene a tópico, que el público reflexione sobre cómo vemos la vida y caiga en la cuenta de que, en el fondo, nos preocupamos por menudencias que nos impiden ver lo realmente valioso. Nuestra forma de ver, vivir y entender la existencia cambia a medida que la vamos viviendo”.
Pau se muestra muy confiado con respecto al futuro de este proyecto y espera contratar bolos en varios sitios. “Espero estrenarla en Madrid y luego llevarla a Valencia, Cataluña y Andalucía. Incluso no descarto ir de gira por Sudamérica, incluso me gustaría llevarla al Círculo Cervantes de Nueva York”.
Si tuviese que elegir alguna película que le marcó, se quedaría con El maquinista de la General, Tiempos Modernos, Encuentros en la tercera fase, Blade Runner, Alien el octavo pasajero, Big, Apolo 13, Átame y Mujeres al borde de un ataque de nervios.
“Depende del momento y de la situación. Me gusta ver mucho y variado, bueno o malo, nacional o extranjero, me da igual, he visto películas indies muy buenas y europeas o españolas malísimas. Una de las producciones que me causó más impresión en su momento fue El retorno del Jedi. Siempre me ha gustado mucho la ciencia ficción. Es un género que te da infinidad de posibilidades y la filosofía budista y el conocimiento de otras culturas me fascina”.
A Pau le emocionan las pequeñas cosas, los gestos de generosidad, la gente que es capaz de ir más allá de una situación difícil y ver un aprendizaje en ella; le emociona que sus hijos se sorprendan de la vida, que se ilusionen por cualquier cosa.
“Creo que deberíamos intentar disfrutar más de las cosas sencillas y agradecer lo que somos y tenemos. Nos quejamos mucho, demasiado, sin dar las gracias por tener salud, amigos, trabajo, familia y amigos. Tenemos desenfocado el punto de vista y la perspectiva. Además, creo que cuanto más nos quejamos peor sale todo porque generamos negatividad”.
Por eso Blanch es un artista, por eso crea, por eso se ha embarcado en un proyecto tan ambicioso como La era líquida. En un determinado momento, el protagonista dice así:
El sueño que más miedo provoca es atreverse a vivir.
Si yo no soñara cada día con inventar mi realidad a través del teatro y la literatura hace mucho tiempo que estaría bajo tierra.
Pau opina lo mismo. Y lo demuestra en su quehacer diario. “Quizá la primera persona que me motivó a dedicarme a esto, sin saberlo, fue mi padre. Gracias a él supe que tenía que crear, que estaba destinado a ser un artista. Tenía un laboratorio fotográfico en casa y hacia un montón de instantáneas que él mismo revelaba, en blanco y negro. Un día, en clase, me pidieron que hiciese un trabajo relacionado con la luz y mi padre me animó a sacar una foto de mi mano con un papel especial de fondo. Puse la mano sobre el papel y dejamos que la luz incidiera sobre ella. Al verla físicamente, me impresionó”.
El mal ya estaba hecho y la crisálida del arte empezó a desarrollarse en su interior. “A los 22 años quise entrar en el Institut del Teatre de Barcelona, pero llegué tarde a las pruebas de selección. Como quería estar activo, me matriculé en la Escuela de Medios Audiovisuales, donde cursé la especialidad de Imagen Fílmica”.
Nada más terminar estos estudios trabajó como auxiliar de producción en la película El cazador furtivo, de Carles Benpar. Tras algunos cortos y trabajar en publicidad, entró como auxiliar de dirección en Mi hermano del alma, de Mariano Barroso.
“Creo que el poder transformador del arte reside en tranquilizar a la gente. Vivimos excesivamente estresados, preocupados y obsesionados con lo material. El teatro, en especial obras como La era líquida, ayuda al público a superar los conflictos, tanto a nivel personal como colectivo”.
Pau admira a Alejandro Amenábar y le encantaría trabajar con Maribel Verdú y Antonio Banderas. Si pudiese ir Hollywood y escoger elenco, su película la protagonizarían Michael Caine y Morgan Freeman.
La cuenta llegará en breve. Parece mentira, el catalán es Pau, no yo, ¿qué me sucede? Miro en derredor intentando, infructuosamente, que no se note que me encuentro mal. Me llega la factura de la luz y varias multas en los túneles de la M-30.
El sueño que más miedo provoca es atreverse a vivir.
Ese pensamiento me tranquiliza. Tengo ganas de ver La era líquida en los escenarios. “La verdad es que la situación del teatro en España es bastante complicada”, asegura Pau con un elevado tono de voz. Debe de pensar que me he tomado un valium porque estoy medio atontado. Pido otro gin-tonic. “Como en todo lo referente a la cultura y el ocio, creo que la gente del propio sector se está separando demasiado, los espacios donde se actúa, las salas de teatro, las compañías que representan sus espectáculos y las empresas. Cada cual va por su cuenta y, en mi opinión, eso es un gran error. Somos una familia y todos estamos en el mismo barco, deberíamos colaborar más y trabajar en equipo para crecer”.
Se ha venido arriba. “Dramaturgos, directores, productoras y dueños de teatros tienen que trabajar mano a mano. El Gobierno no ayuda y faltan subvenciones, de manera que la gente del mundillo tiene que hacer piña”.
Le miro dubitativo, aunque al mismo tiempo contento. Viene a mi cabeza el anuncio de Campofrío de las pasadas Navidades, en el que Pau tenía un cameo en la imaginaria empresa de Javier Gutiérrez. Buenas intenciones y pensamientos positivos.
“Soy una persona optimista y creo que todo puede cambiar, por eso apuesto por propuestas teatrales comprometidas con la sociedad”.
Yo también, por eso le encargué a Pau que dirigiese La era líquida, por eso me emociono y por eso empleo el teatro para sanarme.
Próximamente, versión papel
- Música original: AILÉN KENDELMAN
- Iluminación: LAURA ITURRALDE
- Vestuario: FANIBEELL
- Diseño soporte: BEATRIZ DE VEGA
- Construcción soporte y tela: CDG
- Imagen gráfica: NOELIA CASTRO
- Fotografía: PILAR ABADES
- Vídeo: ALEX PENABADE
- Asesoría en canto: MARION SARMIENTO
- Producción: AILÉN KENDELMAN
- Ayudantía de producción: LIZA G. SUÁREZ