LE ES FÁCIL FLOTAR
Dramaturgia: EVA REDONDO
Dirección: EVA REDONDO Y DANI RAMÍREZ
Reparto: MIRIAM CORREA, ÁNGEL PERABÁ, EVA REDONDO Y GUILLERMO SERRANO
CRÓNICA DE Testro Pavón Kamikaze
Nada hacía presagiar la noticia. Cuando embarcamos en El Ambigú del Teatro Pavón Kamikaze, la despreocupación era mayúscula. Cada quien se entretenía en dejar pasar el tiempo de un modo u otro, con evidentes muestras de disfrute, casi de vicio. En el escenario, envuelta en plástico, una estampa veraniega cualquiera amenizada con música hawaiana. La música quizá disfrazaba una llamada de socorro de las gaviotas sobrevolando el mar. Pero no se confundan, no hubo drama, pese al recurso del sensacionalismo. Ante una tragedia cierta, como es la contaminación progresiva y vertiginosa de nuestros océanos, lo que se construyó es una comedia fresca e inteligente -no exenta de ironía- que nos invitaba a pensar. El texto de Eva Redondo -creado en Nuevo Teatro Fronterizo, para el II Torneo de Dramaturgia organizado por LAZONA Teatro y el Teatro Español-, nos situaba con toda la intención en nuestra infancia, nos solicitaba que escuchásemos y mirásemos con virginidad intelectual, con la imaginación despierta. Todo un reto, pedirle a un ser humano cegado por la cotidianeidad y la prisa que regrese a su esencia, que vuelva a ser quien era. Lo imposible, a través del arte, de la creatividad, se torna probable. Somos seres complejos, además de sensibles, creativos. Esta podría ser nuestra mayor virtud o nuestra condena.
A parte del texto, ingenioso y repleto de acción -característica esta apetecible en estos tiempos que corren, seudofilosóficos y con tendencia a ceñir el documento a su estructura, sálvese quien pueda o no, que no me quejo…-, lo que más me llamó la atención de la puesta en escena fue la sencillez con la que los actores y actrices se comunicaban con el público, sin aspavientos de ningún tipo, fluyendo sin más, como corrientes marinas que se dejan agitar por el pulmón interno de la Tierra. Ni el texto, ni la interpretación, ni la escenografía se nos presentaban con grandilocuencias, estábamos a salvo en nuestras sillas, relajadas y curiosos, curiosas y relajados. Es un buen punto de partida para tratar un asunto serio.
Hemos creado un material prácticamente indestructible que, paradógicamente, podría destruirnos. No se trata de robótica, pero es artificial, aunque provenga de un recurso natural como el petróleo. El plástico ha invadido nuestro organismo a través de la cadena alimentaria. Somos, en parte, de plástico. La cuestión estriba en averiguar en qué porcentaje podemos tolerarlo y cómo afecta a nuestra salud, a la salud del planeta. Más de un veneno hemos ingerido -a lo largo de nuestra vida, en otras épocas históricas-, no siempre voluntariamente, ignorando consecuencias, enfermando en muchas ocasiones a causa de nuestra mala cabeza. El mundo se comporta en ciertos asuntos de forma frívola, irreflexiva, priorizando lo que promueve un mayor consumo, un gasto de materiales desechables que acreciente la necesidad y la dependencia de los mismos. Todo lo engulle y lo defeca el mercado capitalista.
La supervivencia humana en el sistema socioeconómico actual parece complicarse, se nos estrecha el camino, se nos pone cuesta arriba. Sin embargo, la mayoría de las “necesidades” que hoy en día nos atenazan con sus demandas, han sido generadas primero en la ficción. Somos una fábrica infatigable de deseos insatisfechos, el invento es la cara y la cruz de una moneda lanzada al aire que cae siempre en saco roto. Nunca hay suficiente acumulación de riqueza, ya que no se reparte, se compite. En contraste, la estrategia óptima que podría darle la vuelta a esta tendencia suicida que compromete las necesidades de las futuras generaciones, podría ser la cooperación. No se trata tan solo de detener la producción y de reemplazar materiales, sino de modificar conductas y de concienciar a la sociedad desde la edad más temprana. Si queremos conseguir un desarrollo sostenible, la acumulación de conocimiento se tornará relevante cuando sirva a fines no lucrativos y priorize la adecuada gestión de los recursos reciclables. Desconocemos, por ejemplo, cómo actúan las sinergias tóxicas, tanto en la salud humana como en los ecosistemas.
En la IV Asamblea de Medioambiente de la ONU, se llegó a un acuerdo general provisional, que entraría en vigor en 2030, para acabar con la contaminación marina de plásticos y micro plásticos. Entre los objetivos a llevar a cabo están la eliminación de plásticos de un solo uso. Requiere de la colaboración de toda la ciudadanía, ya que supone un reciclaje a fondo de las costumbres. Aunque hay un porcentaje de la población que está reaccionando e intentando responsabilizarse de lo que le correspondería, no se trata de la mayoría. No resulta sencillo.
¿Hay un límite para el crecimiento del mundo? La contaminación, la falta de recursos y la superpoblación fueron las razones del despertar ecológico, las sociedades se empezaron a cuestionar que el sentido de la vida se encuentre en la posesión de bienes materiales y en el consumo desmedido. La biodiversidad está en declive, debido al impacto de la existencia del ser humano sobre el planeta. Pero el lobby industrial sigue enfrentado al movimiento ecologista y a las leyes favorables al medioambiente. La globalización, favorecida por las grandes potencias mundiales, nos encadena a esta forma de “destrucción más IVA”.
Nos enteramos la otra tarde en el Pavón de que las esponjas, los animales más arcaicos de nuestro planeta, se encuentran en peligro. Una muerte lleva a otra muerte, cuando se es un ser capaz de absorverlo todo, sin tejidos ni órganos que filtren, conglomerado de células y gelatina. Las esponjas podrían suponerse insensibles, dada su carencia de sistema nervioso. Pero Bob, el entrañable personaje televisivo, parecía una de las nuestras, comprometido con su entorno como el que más, dando ejemplo… Yo he visto documentales y reaccionan a ciertos estímulos, las esponjas se contraen, se cierran… La aparente simplicidad es evocadora siempre del enigma. Lo que a distancia parece sólido, en la cercanía es poroso; lo que se nos antoja eterno, frágil y perecedero.
Un dibujo animado ha muerto. Ignoramos las causas. El silencio cómplice de los medios de comunicación -proclives al cotilleo melodramático- posterga el impacto de la noticia relevante, la trasforma, la disfraza, la mitiga, la oculta. Aquí lo que preocupa es la catástrofe económica, lo que nos afecte al bolsillo. En cuanto a la puesta en escena, dado que el código es esta confusión entre los personajes del cómic y los de nuestra sociedad burguesa, se asimila fácil que todo está permitido: bailes, cantes y escenas hilarantes de “corta y pega”. Todo parece muy loco, desde quizá que el pobre Bob confundiese una bolsa de plástico con una medusa y que eso le matase… Pero a la posibilidad la pintan calva, como a la cantante, ya lo sabía Ionesco… Soñemos con que las partículas de esponja disgregadas tras la explosión se recompongan, con que se pase el mal trago, con mares de aguas cristalinas lamiendo las orillas, con peces abisales entre corales y esponjas… y ni rastro de lo humano en la Naturaleza.
Si vuelve a ser programada, les recomiendo esta pieza, no se la pierdan. Tan gozosa, tan necesaria… Me voy a por existencias al “super”, a ver si contribuyo a aumentar la extensión del Séptimo Continente.