(Estrenada dentro del 36 Festival de Teatro de Málaga 2019)

ESPEJISMO

Compañía El Espejo Negro

Dirección Ángel Calvente

El Espejo Negro. Esta compañía se creó en 1989. ¡Treinta años celebran precisamente en este 2019! Estrenaron su primer espectáculo Todas ellas tan suyas en 1990, y desde ese año hasta la fecha han estrenado catorce espectáculos más, siendo Espejismo el último de su producción. Resulta tan ardua, meticulosa, compleja y delicada la construcción de las marionetas utilizadas por la compañía dirigida por Ángel Calvente, que se entiende perfectamente que necesiten más de un año para la puesta a punto de cada creación. Si a eso le sumamos la cantidad de estas marionetas que fluyen y confluyen en cada uno de sus espectáculos -desde gigantes personajes tamaño natural, hasta diminutos seres de goma espuma-, más las numerosas giras que anualmente acometen dentro y fuera de España, más los talleres, charlas y encargos que realizan…, sin olvidar la dificultad que conllevan los ensayos, donde la sincronización es un valor añadido a los muchos que nos regalan con su mágico trabajo; si sopesamos todo eso, la verdad, es que cuesta entender de dónde sacan el tiempo. Pero ahí no queda la cosa. El Espejo Negro decide un día cambiar el rumbo y acometer un nuevo registro: hacer también teatro para público infantil. Más de uno pensó que no iba a ser lo mismo, que perderían sí o sí ese sello que los caracterizaba con la impronta de lo canalla, lo fresco, lo irreverente. ¿Y con qué nos encontramos? Pues ni más ni menos con que el público adulto sigue llenando los teatros donde actúan y, por si eso fuera poco, nos maravillamos con la noticia de que los tres espectáculos que iban dirigidos preferentemente al público infantil -La vida de un piojo llamado Matías, El fantástico viaje de Jonás el espermatozoide y Oscar el niño dormido- se llevan respectivamente dos Max y una nominación a dichos premios. Todos y cada uno de sus trabajos han sido reconocidos de alguna manera con prestigiosos premios a distintas categorías, tales como Dirección, Producción, Mejor Espectáculo, Público…

Festivales, crítica y público avalan la labor, importancia y originalidad de una compañía que sigue manteniéndose en primera línea y que se supera a sí misma en cada ocasión. Igualmente sorprenden con un espectáculo de pequeño formato que con uno de gran formato. Es fascinante verlos actuar a cara descubierta a plena luz del día en un pasa-calles, tanto o más que en la oscuridad más tenebrosa del interior de un teatro. Da igual, hagan lo que hagan no te dejan indiferente.

Mientras me encamino al Teatro Echegaray se me vienen a la mente ecos de otros espectáculos suyos, aún no mencionados: Tos de pecho, Heroína, El circo de las Moscas, De locura, La cabra, Aparirciones, Los perros flauta, Es-Puto Cabaret, La venganza de Don Mendo

Ya el inicio del espectáculo me advierte de que voy a formar parte sin moverme de mi asiento en un viaje sin precedentes. De pronto, se descubre en el escenario un gigantesco aro alrededor del cual surgen haces de luz asemejándose a un caleidoscopio, a un túnel, a una cueva… Lo van atravesando personajes, historias, presente, pasado, futuro… Comprobamos, atónitos, como esa inmensa e inquietante boca se traga con avidez todo lo vomitado con anterioridad, arrastrando en su resaca al espectador que, asombrado, se deja llevar sabiendo, eso sí, que está participando de un grandioso engaño. Siento una especie de borrachera, aún a sabiendas de que no he probado ni gota de alcohol. Lo más bestial y alucinante de este onírico encuentro entre la realidad y la fantasía, entre lo bello y lo grotesco, no es tan solo lo hilarante de los números y su inquietante desarrollo, sino observar como tres maravillosos actores/manipuladores (Ángel Calvente, Laín Calvente y José Vera) prestan sus cuerpos a marionetas aparentemente inertes, haciéndolas vibrar, reír, llorar, cantar…, hasta tal extremo que llega un momento en el que dejas de ver al manipulador, dejas de ver a la marioneta, dejas de ver el engaño… Todo se transforma en paradójicamente real. Todo encaja. Las sombras buscan sus cuerpos, los reflejos sus imágenes, las canciones sus bocas, y todo compacta. Nos vamos asombrando cada vez más de la destreza y perfección con la que sincronizan cada uno de sus actos, ayudados en gran medida por la luz y el sonido, por la música, personajes que casi sin darnos cuenta se han colado en el escenario para robar escena -en el más grandioso y hermoso sentido de la palabra- a los propios actores/manipuladores. De un apacible comienzo suavizado por el Bolero de Ravel, te llevan al sobresalto de una estruendosa rotura de cristales. Músicas de distintas épocas y estilos acompañan las acciones de las marionetas, nos sobrecogen a veces, otras nos relajan, y las más nos llevan a la hilaridad, al asombro, al recuerdo. Mónica Naranjo, Raphael, Chavela Vargas, Rocío Jurado, Katy Perry, Beyoncé, Lady Gagá, Madonna, Rihanna, Gloria Estefan, David Bowie, extractos de bandas sonoras de películas van ocupando el escenario desde el otro lado del espejo.

¿Pero qué es Espejismo? ¿Cómo se cuenta lo que se ve sin quedarse en la superficie?

Se cuenta dándote de bruces con la luna de ese agujero negro y eligiendo un camino de los dos que se te ofrecen: limpiarte las heridas, o pasar de ellas y atravesar el espejo. Y toda esa travesía la haces sin abandonar la sonrisa ni evitar las carcajadas, aunque a veces se te congelen y no en la boca precisamente, sino en el alma. Como cuando la muerte arrastra a Chavela Vargas, y sin darnos cuenta, también un poquito a nosotros. O aquél otro en el que la libertad de expresión se nos muestra como una «auténtica mierda», vigilada y agasajada por el moscardón de turno.

Personajes mediáticos salen del negro agujero para mostrarnos sus miserias, sus ridiculeces, sus contradicciones, sus muchos vicios y pocas virtudes. En fin, imposible detallar uno a uno el inmenso contenido de este último y acertadísimo trabajo de El Epejo Negro. Ya nos lo advierte al principio del espectáculo su protagonista -«Estío es mi nombre, y mi apellido Recuerdo. (…) Y no me importa si mi destino es violento. Yo hago equilibrismos en el filo de los sentimientos»- Estío es un hilo conductor, un perfecto anfitrión. Ambiguo, sensual, andrógino, vicioso, calmado a veces, otras irascible, iracundo y maléfico. Pero eso sí, directo, sin medias tintas, consciente de su poder, de su carácter y de su fuerza. Se siente el centro de casi todo. Ha visto tanto, ha vivido tanto, – «Yo soy aquél, aquél joven al que el Espejo le robó su Reflejo, su identidad completa y su pellejo. (…) Robo y colecciono Reflejos para alimentar a este insaciable y voraz Agujero Negro»- que viene dispuesto a invitarnos a su espacio vital. -«Invitados estáis a atravesar mi Reino. Este círculo oscuro donde no hay Reyes, ni Banderas ni Muros. Sólo Anarquismo, Onanismo y Sadomasoquismo»- Antes de adentrarnos aún más en el espectáculo nos advierte con la sinceridad y frialdad del que no tiene nada que perder lo siguiente: «Yo voy directo al grano, al corazón de la manzana donde duerme el podrido gusano». Y remata: «El espejo te devuelve lo que tu mente no disuelve.»

FICHA ARTÍSTICA

AUTOR Y DIRECCIÓN Ángel Calvente
GUIÓN Ángel Calvente y Angélica Gómez
ACTORES MANIPULADORES Laín Calvente, Ángel Calvente y José Vera
TÉCNICO LUZ Y SONIDO Adrián Alcaide
REGIDOR Y AYUDANTE TÉCNICO Laín Calvente.
CONSTRUCCIÓN MARIONETAS Ángel Calvente.
CONFECCIÓN VESTUARIO Carmen Ledesma y Elisa Postigo.
COMPOSICIÓN BANDA SONORA Miguel Olmedo.
PRODUCCIÓN MUSICAL Laín Calvente.
VOCES TEMAS MUSICALES Adelfa Calvo, Marta guzmán, La Pili, Carolina Olmedo y Cristina Jiménez.
ASESORAMIENTO TÉCNICO Antonio Regalado y Sergio Rodríguez.
DISEÑOI ILUMINACIÓN Antonio Regalado y Laín Calvente.
EDICIÓN IMÁGENES Y ANIMACIÓN El Estudio Blanco.
DISEÑO ESCENOGRAFÍA Ángel Calvente.
DISEÑO GRÁFICO Carlos Javier Calvente.
FOTO CARTEL Y ESPECTÁCULO José Luís Gutiérrez.
FILMACIÓN Y EDICIÓN ESPECTÁCULO Salvador Blanco.
DISTRIBUCIÓN EL ESPEJO NEGRO Carmen Ponce y Llanos Díaz.

PRODUCCIÓN EL ESPEJO NEGRO ÁNGEL CALVENTE, S.L.

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Mercedes León

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