CORPS NOIR

STÉPHANE GLADYSZEWSKI

CRÓNICA DE Naves Matadero. Centro Internacional de Artes vivas

La imagen de un hombre sumergido en una pecera rectangular anunciaba esta pieza del canadiense Stéphane Gladyszewski en Naves Matadero. El reclamo me resultaba poco interesante, pero aun así me animé a ir por el interés que me suscitaron la mezcla de ciencia y arte, de artilugio y concepto en las investigaciones de Stéphane. La propuesta sin embargo superó con creces mis modestas expectativas. Desde el comienzo me enfrento a una obra íntima y sugestiva que pone al servicio de la idea los sortilegios tecnológicos, manipulando las imágenes con el fin de crear alusiones profundas y una sensorialidad altamente expresiva; de esta forma se abre al espectador un universo visual sumamente evocador. Es este poder de despertar multitud de sentidos, lo que pone en valor el recurso técnico.

A medio camino entre las artes visuales, el arte digital y la performance, Corps Noir me catapulta a las entrañas del nacimiento, al sexo y la sangre de los orígenes, y me vuelvo junto al intérprete, feto y luego ser pensante, fracturado por la ruptura original, descubridor de una mismidad siempre irresuelta. Más que entender, la obra me fuerza a sentir, empatizar, y recorrer con el protagonista el hilo umbilical que nos conecta a una raíz ancestral. Si la voz en off esclarece y dictamina, convirtiéndose de esta suerte en una racionalidad que todo lo reduce, el recorrido del intérprete sin embargo, se adentra en las intimidades de lo orgánico y lo visceral, en un espacio de infinitas posibilidades y asociaciones. Cada recurso, cada efecto que se crea bajo la luz de las proyecciones me lleva pues a un sitio recóndito de las entrañas del ser.

Vemos también en Corps Noir fuertes referencias al mundo psicológico. El canadiense aprovecha las sugestivas manchas del test de Roche para una vez más aludir a una conexión profunda, y a medida que explora la relación entre padre e hijo, viaja también a su propio mundo interior, dejándonos momentos de gran carga poética que a nivel visual disparan la potencialidad evocadora de las superposiciones entre cuerpo físico y proyección.

La pieza toda es una simbiosis extrañamente onírica entre arte y tecnología en la que el cuerpo se posiciona como una bisagra entre uno y otro polo. Pero el recurso técnico no supera el sentido, sino que lo potencia y sobredimensiona. Y es esto lo que convierte a Corps Noir en un viaje sensorial de fuerte impacto generado por algo tan frío como la tecnología. De este no tan raro maridaje tiene vasta experiencia Gladyszewski, ya que sobre esa base ha implementado el grueso de sus investigaciones más recientes, buscando a nivel artístico la confluencia entre lo orgánico y lo tecnológico.

Crónicas

Por Evelyn Viamonte Borges

Imagen

© Nicholas Minns & © Justine Ricard

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