Saltar al contenido
actuantes
  • actuantes
  • Números
    • Ejemplar 6
    • Ejemplar 5
    • Ejemplar 4
    • Ejemplar 3
    • Ejemplar 2
    • Ejemplar 1
    • Piloto
  • Editorial
    • El poder de la sencillez
    • Fragmentos para un libro futuro
    • Nota editorial
    • Hoja de ruta
  • Buscar por
    • Crónicas
    • Entrevistas
    • Ensayo
    • Reportaje
    • Tertulias
  • Nosotros
    • Equipo Actuantes
    • colaboradores
  • Contacto
Petra hellberg _ Jonas Kruse y Elisabet Carlsson y otros en Estreno en Klarascenen el 23 de agosto de 2013

El hogar vacío en el teatro de Lars Norén

ENSAYOS

El hogar vacío en el teatro de Lars Norén

.

Erik y su anciano padre se encuentran en el apartamento del primero con las ventanas y las puertas cerradas. El padre busca heridas en el hijo, a las que poder echar sal. El hijo busca agujeros en el suelo, por donde poder escapar. Lo que le falta por hacer, durante el tiempo restante, es atreverse a matar.

Lars Norén también tenía un padre que solía visitarlo a menudo, un hombre mayor, lastimero y negativo. Por ello, La valentía de matar, una de las obras del autor sueco, nace de un sueño-pesadilla que tuvo después de una de esas visitas paternas, escribiéndola, la mañana posterior, en forma de diálogo. Es, a partir de entonces, cuando Norén abandona la poesía por el teatro y empieza a ir al psicoanalista.

La dramaturgia de Lars Norén podría dividirse (de un modo simplificado, claro está) en dos grandes grupos: la que bucea en los conflictos intrafamiliares, al mejor estilo Bergman y Strindberg, y las obras que exhiben la problemática de una sociedad aparentemente envidiable y exquisita como la de Suecia.

En cuanto a los problemas nacidos en el seno familiar, Norén trabaja con la precisión de un cirujano en los pliegues más ocultos de las intenciones de los personajes, exactamente allí donde anidan las desdichas, las frustraciones, las carencias que van a engendrar el drama en estado puro. El autor, apoyado en ambientaciones reales y psicológicas, muy efectivas, conduce la trama a desenlaces cruentos, brutales, paralizantes. Norén retrata estas batallas en el seno más primitivo de la sociedad, la familia, centrándose, según qué obra, en sus diferentes componentes. Así, describe las crisis en las parejas jóvenes (Demonios) y en las adultas (La comunión); las luchas entre padre e hijo (La valentía de matar); la figura de la madre como eje desestabilizador a causa de una enfermedad (El Caos es vecino de Dios); o la degradación irrefrenable que acuchilla a la progenie por culpa del alcoholismo paterno (La noche es madre del día).

El segundo grupo de obras del dramaturgo se levanta sobre las ruinas sociales y psicológicas del anterior. El propio Norén manifiesta que las interpretan «los hijos de aquellos padres que fracasaron en la sociedad como seres sociales y como padres». El máximo exponente es Fragmente, un submundo de historias aisladas que van surgiendo con más y más fuerza en cada una de las escenas hasta poblar el escenario de seres grises, con los lomos doblados y las venas abiertas. Seres que viven en los márgenes de la sociedad. Unos márgenes que trascienden lo meramente económico y que atañen, fundamentalmente, a la dignidad. La dignidad del enfermo terminal, del adicto, de los viejos, de los inmigrantes, de quienes buscan y dan sexo como un punto de encuentro vacío de toda afectividad. Un coro magistralmente ejecutado sin resquicios por donde rellenar sus almas saqueadas.

La dramaturgia de Lars Norén se alimenta de esas experiencias duras que acompañan al ser humano y que él consigue ofrecer en un tono altamente poético. Como un anatomista, parte del núcleo íntimo de la familia y, poco a poco, con el correr de los años, va abriendo su escritura hacia círculos más amplios con problemáticas que tienen como epicentro a los personajes de nuevo cuño en Escandinavia, los de la era post Olof Palme. Personajes encerrados en sus propios barrios, ciudades y realidades sociales, que padecen las iras de los desgastes psíquicos y físicos en una sociedad «extremadamente perfecta». Con Norén, los lectores/espectadores descubren una cara nórdica totalmente alejada de la sofisticación pulcra del diseño de alta gama, las postales nevadas de Gamla Stan o los románticos molinos de viento de Öland. El país que él plasma se adentra en la sordidez, en la angustia extrema y en las heridas no tan invisibles del más y mejor logrado Estado del Bienestar del mundo.

La brutalidad marginal en la que sus obras colocan las miradas de los lectores/espectadores arranca una primera pregunta: ¿dónde está la Suecia feliz, perfecta y opulenta? ¿Dónde se halla el equilibrio entre la Naturaleza y el hombre? Así, Norén desnuda a la sociedad patria en los primeros minutos de sus obras. Al verla sin ropas, el observador se encuentra ante un cuadro resquebrajado y de una intensa opacidad, como decía el verso del Nobel Tomas Tranströmer: Suecia es un extenuado barco en tierra.

Tienen las obras de Norén algo de las fotografías de Misha Goldin y de los escenarios de Gregory Crewdson: hombres y mujeres figuradamente encadenados; brazos de sillones con la pana desgastada; mesas magulladas, con frascos de pastillas; paquetes de cigarrillos; vasos usados; botellas vacías y seres en la intimidad más grosera. Y con esto no nos referimos a la sexualidad/genitalidad, sino a la transmisión del horror de lo íntimo a partir de las manías, las neuras, las desesperaciones y, posiblemente, uno de los grandes temas de este autor: los miembros de la familia en su propio círculo de incomunicación patológica. Una debilidad temática compartida con muchos otros autores de la literatura escandinava.

Los personajes que trabaja no saben decirse las cosas, mucho menos ser sinceros con los propios. Es un perfecto creador de analfabetos afectivos. Todos estos rasgos los convierten en seres mentirosos, introvertidos, atormentados y con una enorme necesidad de revertir el rumbo de sus existencias desde el fondo de pozos de opresión.

Una de las grandes virtudes de la dramaturgia de Norén es la contención. Durante sus obras, la boca del volcán permanece cerrada pero va dejando que poco a poco se vayan hinchando sus paredes, sólo permitiendo breves fugas/escupitajos de lava lanzados al estómago del lector/espectador. Norén es lo opuesto a la estridencia, al histrionismo, al efecto buscado a través de los gritos destemplados y tantas veces reproducido en el teatro vacuo. Poco a poco, las luchas soterradas y las fugas de cólera van in crescendo hasta llegar a la devastación total de los personajes. Una suerte de erupción progresiva de la que es imposible abstraerse, hastiarse o evadirse.

Lars Norén creció en un hotel. Sus padres, que eran muy diferentes entre sí y vivían en una tensión constante, regentaban una pequeña pensión en la que siempre había gente de paso. Allí iban a parar personas que emigraban a América y otras que regresaban del exilio a morir en Suecia. Aquello, según palabras del propio Norén, no era un hogar verdadero, sino un sitio inseguro donde él se sentía perdido y en el que veía poco a sus padres. Un padre y una madre ausentes. Basándose en lo vivido, una de las características en la creación de personajes de Norén es la existencia de padres (hombres) con fuertes rasgos tiránicos que esconden y, a la vez, muestran en manifestaciones perversas y enfermizas, debilidades, carencias y frustraciones. Muchas de las criaturas de este autor y director son buscadores natos de responsables de sus heridas, de culpables sobre los que asestar los golpes que ellos mismos se infringen.

Los lugares que crea Lars Norén son figurados y reales y ambos someten a los personajes a situaciones asfixiantes. Las mochilas que acarrea cada uno de ellos los obliga a moverse dentro de jaulas psicológicas que son espacios teatrales en sí mismas.

Hoteles baratos y apartamentos en barrios empobrecidos. Cuerpos enfermos y círculos viciosos de los que es imposible salir. La suciedad se aferra a los exteriores impolutos y a los cristales transparentes. La basura personal es una tenia, a nivel individual y social: corroe y devora, desde el seno de la propia familia. ¿Cómo encontrar un refugio si la sangría psíquica es imparable?

En La valentía de matar, Norén pone en boca de «el padre» algunas de sus propias vivencias, que podría resumir la quintaesencia de su obra: En esa pensión, ¿vas a poder sentirte en casa? ¿La sientes como un hogar? Erik, «el hijo», responde: Nosotros nunca hemos tenido un hogar.

ejemplar 2 teatro

Crónicas

Daniel Dimeco

Petra hellberg _ Jonas Kruse y Elisabet Carlsson y otros en Estreno en Klarascenen el 23 de agosto de 2013
Petra hellberg _ Jonas Kruse y Elisabet Carlsson y otros en Estreno en Klarascenen el 23 de agosto de 2013
stilla liv
stilla liv
slv kollationering
slv kollationering

Números anteriores

portada ejemplar piloto
 5/5
Revista de teatro número uno
.
Dimeco

LA MANADA Daniel Dimeco

LA MANADA

Daniel Dimeco

.

Acabo de terminar de leer a Coetzee – concretamente, Desgracia- Durante la lectura, me sobrevino un soterrado caudal de desesperanza que se acaba de desbordar hasta anegarme entera. Sé que no es exactamente así, tan sórdido. Y sé también que esa sordidez es exacta. En algún momento he oído decir que la tragedia, en cuanto a género literario, ya no tiene cabida en nuestro tiempo. Creo que es una apreciación errónea. El caso no es tanto captarla, sino logar exponerla ante un público distraído en mares de información instantánea, encontrar la forma de concentrar a ese público para que sea capaz de reconocer la tragedia como tal, de reconocerse inmerso en ella. La dificultad estriba en eso, en no intelectualizar ni censurar, en plasmar lo complejo.
Lo que me ha empujado hasta Coetzee, me azuzó la otra tarde también a visitar una sala de teatro singular -en una concatenación de empellones he llegado a escribir este artículo-. Hacía frío en La Puerta Estrecha. El aliento gélido de la tarde alcanzaba a mordisquear los tobillos de los espectadores, sentados dócilmente alrededor de una cocina rústica. Dos sencillos calefactores no fueron capaces de aliviar la baja temperatura con éxito, siendo desconectados justo antes de la función. Cada cual solventó el frío como pudo -supongo-, yo no me sobrepuse a ello, no sé el elenco de actores. En todo momento se jugaba en escena lo contrario, el calor sofocante, el ardor. Si bien es verdad que el agua hervía literalmente en un puchero, también es cierto que se suponía fría cuando lavaban las hortalizas. Impregnaban con ella su propia piel, se posaba frecuentemente sobre la desnudez de sus cuerpos en acción, justo en los lugares donde se desboca el pulso. Al mismo tiempo, un fuego oculto que se propagaba, brotaba de sus bocas y anidaba en sus sexos. La palabra se dibujaba unos instantes en el aire denso, para desmayarse en cada ocasión sobre un cúmulo de cenizas. Las ascuas de lo silenciado, sin embargo, chisporroteaban constantes, amenazando con prender también sobre nuestra presencia expectante. Al acabar la función, el público podría haberse disuelto en columna de humo junto a los actores. Pero, aunque el fuego interno quema, la combustión espontánea no suele ser una reacción habitual. Antes bien, las abrasiones en capas profundas del ser persisten, son delicadas de regenerar, y no hay dolor más vivo que el de esas quemaduras.

No daré más rodeos para afirmar que el texto de Daniel Dimeco es brillante, y que la puesta en escena se ajustaba a la perfección al espacio de La Puerta Estrecha, pese a que la salida que se abatía hacia el patio no dejase adivinar ni horizonte ni desierto. De allí fuera, sin embargo, nos llegaba el hedor de la sangre derramada, las quejas ahogadas y los gritos -la imaginación también juega-. Puerta adentro, carne muerta alimentando carne viva. No es un texto amable, resulta incómodo al encarnarse. Describe el discurrir viciado de una intimidad límite, el encierro de tres almas laceradas desde la infancia, cercadas por una sociedad, por una época, por la convivencia de dos mundos, por la naturaleza salvaje, azuzadas por sus oscuros impulsos, incapaces de romper el círculo perfecto que les aboca a la tragedia. No es que el final sea trágico, es que no hay final, es que son vidas entrelazadas que se tensan sin lograr soltarse ni quebrantarse. Esa es la condena, asfixiarse, asfixiar, cuerpo contra cuerpo, eternamente. La búsqueda imposible de lo placentero cuando el olvido no sacia, la venganza como consecuencia gélida, el horror de lo hermético.
Así, el frío madrileño en febrero fue un invitado más, la otra tarde. Llegó para instalarse en nuestros corazones y congelarlos, para filtrarse en nuestras mentes y ralentizarlas, para involucionarnos en criaturas perplejas ante nuestra propia brutalidad hecha costumbre. El ser entre las fauces del hambre, la sed de poder sobre otros seres. La pura supervivencia. Y deshilvanándose, como una sombra invisible y quebradiza, la esencia de lo humano.

El título de esta producción de Karoo Teatro nos trae reminiscencias de cierta noticia de actualidad. ¿Es casual? ¿Es anterior a la violación en grupo acaecida en 2016 durante los San Fermines? La obra fue Premio Max Aub de Teatro en Castellano ese mismo año, 2016. Sin embargo, no puedo desvelar la incógnita, no tengo datos contrastados -quizá no quiera tenerlos…- Creo que el título es el adecuado, sea o no coincidencia. También esta Manada de Dimeco se reúne en torno a la “caza” y al sacrificio, también el abuso y sus consecuencias son potentes ingredientes en esta ficción. Solo que esta manada es mixta, recordándonos que es el género humano el que está a expensas de conformarse como tal en cada ciclo vital, en cada oportunidad de acción individual. Sin embargo, la dificultad para lograrlo no es idéntica para los humanos en su conjunto. Nacer en el seno de una familia o habitar el abandono, ya condiciona. Hasta el clima al que nos vemos expuestos nos influye. ¡Qué decir de los condicionantes de género! Lo que nos acontece nos pone nombre, pero también el origen, las raíces o su ignorancia. ¿Quién lleva el sello de víctima? ¿Quién carga con la culpa? En los escondrijos a la sombra no existe remordimiento, tan solo la estridencia repetitiva del tedio. ¿Cuánto poder nos corresponde? ¿Cómo vamos a ejercerlo?

Me resta destacar el bien hacer de actrices y actor. Los personajes creados por Dimeco requieren del elenco la capacidad de imbuirse en simas opacas y de asirse, al mismo tiempo, a peculiaridades externas que les otorguen realidad y vulnerabilidad –ahí estaría la luz, la posible salida, en lo todavía vulnerable- Las huellas, los impactos, fueron visibles y creíbles en cada uno de ellos. También los procesos individuales, las atmósferas creadas conjuntamente. Me pareció un gran trabajo, y nada fácil.

Aún tienen la oportunidad de vivir esta experiencia en La Puerta Estrecha, los sábados de marzo. No lo duden. Sean valientes. El teatro arriesgado y comprometido es imperdible.

Raquel Domenech
© Carmen Garrido | Reparto: Raquel Domenech, Roksana Nievadis y Rodolfo Sacristán
© Carmen Garrido
Carmen Garrido
La palabra se dibujaba unos instantes en el aire denso, para desmayarse en cada ocasión en un cúmulo de cenizas
LA MANADA
.
portada ejemplar piloto
ejemplar 2 teatro
Revista de teatro número uno
portada ejemplar piloto

Entradas recientes

  • Orestes Amador: “El teatro me permite gritar lo que fuera se censura”
  • Atentado
  • Pau Blanch, director de escena: “La era líquida removerá conciencias”

Categorías

 

 

Diseño editorial (Barcelonarte) ©Pierre Rivero| Redacción editorial y contenidos María José Cortés Robles
Tema de Colorlib. Funciona con WordPress.
This website uses cookies to improve your experience. We'll assume you're ok with this, but you can opt-out if you wish.Accept Read More
Privacy & Cookies Policy

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary
Siempre activado
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Non-necessary
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
GUARDAR Y ACEPTAR