Entrevista
¡AY! ¡YA!
Macarena Recuerda Shepherd
Cae una suave lluvia de finales de verano, cuando me reúno con Lidia e Idurre para tomarnos un vermú y charlar de teatro, de cómo van las cosas y sobre todo, de su vuelta a Vigo con el último trabajo de la compañía: “¡AY! ¡YA!”
Tras Macarena Recuerda Shepherd se esconde la timidez y la fuerza de la artista Lidia G. Zoilo ex-miembro de la compañía catalana Amaranto que desde hace algunos años vive en Bilbao y que sigue trabajando como siempre, imparable, en lo que más le gusta: experimentar en escena.
Macarena Recuerda lleva en su haber unos cuantos espectáculos: “That´s the story of my life”, “Whose are these eyes?” y el documental: “Greenwich_Animation”.
Ahora la acompaña otra gran artista: Idurre Azkue, vasca por los cuatro costados y con una larga trayectoria a sus espaldas. Entre las dos han creado este palíndromo teatral que juega a hacer y deshacer ante los ojos del espectador. Imágenes revueltas y resueltas que son consecuencia unas de las otras. ¿Adónde vamos o creemos ir? ¿De dónde venimos o creemos venir? Son quizá las cuestiones que planean por el enrevesado trabalenguas físico que deshojan, reemplazan y que semeja una caja de muñecas rusas matrioshka.
Ni son muñecas, ni son rusas. Idurre y Lidia son dos mujeres con un amplio conocimiento del escenario, de la pasión por el oficio y de lo que hay que dejar atrás para seguir resistiendo.
Hablamos de feminismo, de la necesidad de superar lo asimilado durante décadas y de cómo acercar a los más jóvenes al teatro. Un teatro con “voz” femenina pero con carácter universal.
LIDIA: La verdad es que hemos llevado “¡AY! ¡YA!” a institutos, ante público muy joven y siempre, antes de salir, sientes un cierto acongoje porque nunca sabes si aquello que vas a mostrar va a ser muy raro, si es lo que esperan, en fin, esa inseguridad tan implantada en las y los artistas. Ese miedo de última hora que obliga a replantearte todo en segundos y que, por suerte, sólo dura eso, unos segundos. Al final el resultado es maravilloso porque los chavales y las chicas no tienen miedo al juego, para ellos lo que hacemos es algo que entra dentro de su lógica: jugar, pasarlo bien.
Pero no sólo es juego lo que esconde este trabajo, hay un potente entrenamiento físico detrás. Les pregunto en qué género incluirían “¡AY! ¡YA!”.
IDURRE: Efectivamente, no se puede definir esta pieza sólo como un juego. También es danza, composición y performance.
LIDIA: El género es difícil de explicar en este caso porque no hay texto, por lo que no entra en lo que socialmente se entiende por teatro, o sea por texto. El problema con los adultos, muchas veces, es la ausencia de palabra. Cuando no hay texto que explique lo que ocurre, mucha gente dice no entender nada y se queda con eso. El poder de las imágenes pasa, entonces, a un segundo plano.
Les pregunto si creen que el cine y el teatro más tradicional, quizá, hayan creado en el público la necesidad del eterno: presentación, nudo, desenlace.
LIDIA: En mayor o menor medida esta costumbre tan arraigada en el espectador viene del cine, del teatro de texto y, sobre todo, de la literatura, dónde la palabra es el máximo exponente de la historia, por eso cuesta introducir otro discurso. Nuestro trabajo es necesario en la medida que te transporta a un tiempo distinto y crea estímulos diferentes. Además, si pensamos que el público de ahora viene viciado por la utilización desmedida de las nuevas tecnologías, aún peor. Por eso, romper con lo virtual es muy necesario ya que te pone en otro lugar.
IDURRE: Hay que añadir, además, que nuestro trabajo trata de llegar a todos los públicos y para ello nada mejor que incluir el humor en la pieza.
El humor, ese género desgastado por el uso y abuso de sí mismo. Pero “¡AY! ¡YA!” no es humor basto, no hace reír a carcajadas porque la sutileza, esa que maneja el tiempo de forma lenta y precisa, como dice Lidia, supera el chiste fácil.
En “¡AY! ¡YA!” hay que sumergirse como en una piscina, dejar que el agua te envuelva, crear esa magia entre la piel y el líquido para, poco a poco, poder nadar y flotar.
No quiero despedirme de Lidia e Idurre sin preguntarle qué será lo próximo, porque espero ansiosa su vuelta.
LIDIA: Me apetece mucho trabajar con las sombras, los efectos que crean, la composición. Estoy investigando y documentándome para el próximo proyecto que irá por esa línea.
Recordamos a Lotte Reiniger, aquella artista alemana de principios del siglo pasado, famosa por sus películas de animación con siluetas.
Y poco a poco, después de una comida y dos cafés, las dejo irse al teatro para la función de la noche, siempre con la esperanza de que acuda público.
Es sábado, ¿será buen día? Me pregunta Lidia.
El eterno dilema de las gentes de las artes en vivo…seguro que sí, le contesto confiada.
Ha dejado de llover. El mundo es más bonito después de hablar con dos talentos como Lidia e Idurre.