ABSENS

Compañía Al Descubierto Physical Theater

.

El cuerpo como vehículo de la experiencia. Unos poemas de Wyslawa Szimborska y testimonios de refugiados sirios. Podrían haber sido palabras semejantes, otros “ausentes” huyendo de otras guerras. El mismo viaje sin final, la misma espiral de violencia, semejantes fracasos. La amenaza, lo forzoso de una huida, el miedo, la muerte, la carencia de recursos, la falta de afectos, el esfuerzo sin recompensa. El titánico esfuerzo. El castigo sin causa. Los intereses que se imponen a las necesidades perentorias, a la seguridad, a la supervivencia. Peligro, desintegración, emergencia, comercio, odisea, fronteras, asilo. Exceso de número, control, procesos, reparto, distribución, administración, procedimiento, objeciones. Imposición de sistemas, vulneración de derechos, detención, exclusión, hacinamiento, hambruna, epidemias. Desplazados, perdidos, desprotegidos, solícitos, expulsados, hundidos. Reacción en cadena. Podría ser África, podría ser Europa.

Nos inquieta tanto lo que nos viene de fuera, que le damos la espalda y no cumplimos con nuestras obligaciones. El olvido es poderoso. El poderoso es olvido. Nuestra mezquindad tendrá sus consecuencias. Siempre hay consecuencias, ya deberíamos saberlo. La compañía de Teatro Físico Al Descubierto es consciente de ello, y pone el foco y el talento en denunciarlo. A veces, a través de lo esencial nos es más sencillo percatarnos de los sucesos tal cual son, de lo que transcurre y de sus causas. Esta disciplina dentro del teatro que investiga la acción a través del cuerpo, dejando que la intuición inunde lo físico, puede ser un potente catalizador, colocar a los espectadores pasivos en el lugar exacto, hacerles sufrir en propias carnes ciertas experiencias. Y no me refiero a las artísticas, sino a la reales. Al alejarle de lo racional, los prejuicios preconcebidos del espectador se desestabilizan, baja la guardia, sin darse tanta cuenta del material sensorial y emocional que se va filtrando a través de sus sentidos, sin intentar comprender a toda costa lo que presencia. Es al finalizar la función cuando todo encaja como en un puzzle, incluida la emoción que nos provoca.

La función que presencié la otra tarde en El Umbral de la Primavera, fue dura y hermosa, como un diamante de sangre cristalizada que de pronto fluye y se entrega. Desnuda. Cuidada. Honesta. Comprometida. Impecable. Se podía adivinar la ardua tarea en común que los tres artistas -bailarines y actores- habían llevado a cabo previamente, sus búsquedas y hallazgos, irrumpiendo como trazos feroces en lo dibujado en el espacio. Apoyándose en escasos elementos para la ejecución de las coreografías escénicas, fueron capaces de otorgar una gran plasticidad a las composiciones corporales sucesivas, a las consecutivas acciones físicas. La música, entendida como melodía y como efecto sonoro, fue fundamental, acertada, a mi parecer, exquisita. No solo era el medio por el que la danza se desataba, deseosa de escape, sino que otorgaba sentido a esas emociones no razonadas a las que antes me he referido. De las imágenes más conmovedoras, curiosamente, tal vez sea la última la más conmovedora: Los tres corredores de fondo contra la pared del rincón más lejano y escondido al público, quietos, apartados, como despojos, después de tanta lucha. Hay muchos otros momentos memorables, como el inicio, que no voy a desvelar ahora. Diré tan solo que es simbólico, que es significativo y estético, que se refiere al mar y a la travesía. Igualmente bellos la barca y sus vaivenes en un oleaje imaginario, las espaldas desnudas asomando entre cartones, la huida sobre ruedas que no avanza, el desesperado cabalgar en círculos de un crucificado, las múltiples manos que despojan, los cuerpos contra las paredes, los montones de cuerpos.

Algunos de los textos seleccionados interpelaban directamente al público, otros le atraían hacia un momento íntimo, tocaban la fibra de lo empático a través de la poesía. En el uso de la palabra llamaba la atención la diversidad de los modos de dirigirse al público, las peculiaridades de cada voz, el acento extranjero de una de las actrices -Nataliya Andrukhnenko, directora del espectáculo y responsable de la dramaturgia-. Resultaba muy apropiado a la narración, eran matices que añadían veracidad a las ideas, sobrevolando por encima de la acción como libélulas. El elenco funcionaba, cohesionado, en contraste con la falta de acuerdo del mundo ante problemática como la que se exponía. Es de resaltar, puesto que la compañía fue creada en 2015 y tienen en su haber conjunto poco recorrido, siendo “Absens” su cuarto montaje. Con razón han sido finalistas de Festivales como el Certamen de Nuevos Investigadores que organiza el Centro de Investigación Teatral del grupo Atalaya. Han participado en residencias artísticas internacionales, dirigidas por artistas tan prestigiosos como Bob Wilson. Son jóvenes y entusiastas. No olvidaré sus lágrimas durante el cerrado aplauso de los asistentes. El público se puso en pie para reconocer su valía y augurarles un espléndido futuro.

© Sara Fraguas y David Martín Rodero
Jorge Candeal
Nataliya Andrukhnenko, Miren Muñóz, Jorge Candeal
.