ENTREVISTA A

AMARANTA OSORIO

¿Qué te impulsa a escribir una nueva obra?
No sé de dónde me vienen los impulsos para escribir y tampoco sé de dónde vienen las obras. Sólo se que a veces llegan como un rayo y otras veces hay que buscarlas debajo de una montaña de tierra. Creo que los impulsos vienen de dentro de mí, pero suelen detonarse por algo externo: la mirada de un desconocido, las alas azules de una mariposa, ver cómo un tomate se vuelve rojo, enamorarse, el olor a sándalo, un sabor dulce, el dolor, un cuadro hermoso, el silencio…

Suelo escribir sobre cosas que me parecen injustas y también de las que me conmueven. Escribir me ayuda a resistir, es una forma de lucha, un esfuerzo por hacer que algo cambie.

¿Partes de una sinopsis, escaleta previa, o te dejas llevar por lo que va surgiendo?
La mayoría de veces no sé qué voy a escribir, puedo tener una imagen o un tema, pero no se nada más. Entonces me siento y voy escribiendo lo que va llegando, pequeños trozos en desorden y poco a poco, voy descubriendo de qué va la obra.

Dicho esto, he recurrido algunas veces a la escaletas y ellas me han ayudado a escribir más rápido.

¿Cómo saber que una obra está llegando a su fin?
Yo no lo sé, puedo seguir corrigiendo hasta el infinito. Por esa razón, suelo pedirle a una escritora o escritor que admiro, que lean mis borradores por lo menos una vez. Las lecturas de otros me ayudan a ver qué puedo mejorar y cuando es el momento de parar.

Además de escribir sola, muchas veces busco compañía. Me encanta escribir en colaboración, sobretodo cuando la compañía es Itziar Pascual.

¿Cuánto hay de tu actriz en tu dramaturgia?
Si no fuese actriz, no escribiría como escribo y mis textos no sonarían como suenan. Mientras escribo suelo leer en voz alta y muchas veces transito las emociones de los personajes. Siempre pongo a prueba mis textos en mi porque tengo la creencia de que si no me funcionan, si no me emocionan, si me trabo al decir una frase, entonces no le funcionarán a otros actores.

¿Escribes los personajes que te gustaría encarnar?
Escribo los personajes que vienen, los que pertenecen a cada historia. Podría encarnarlos a todos, pero creo que hay otras actrices y actores que pueden hacerlo mejor. Las obras que me han montado hasta ahora han tenido elencos estupendos y los actores han hecho crecer mis textos.

Sin embargo, escribí dos textos para hacerlos yo, el primero Anónimas nació de improvisaciones que hice, partiendo de frases que me daba la directora, Julia Varley (Dinamarca- Odin Teatret) y el segundo está todavía en proceso, se llama Lo que no dije y nació de una ponencia que di en la que explicaba por qué era feminista.

No sé responderte a las otras preguntas sobre mis personajes. Sólo te puedo decir que a todos los he querido.

Muchos de tus textos hablan sobre el dolor y la herida y, sin embargo, están llenos de esperanza. ¿Cómo compaginar esa dicotomía?

Creo que, quien ha conocido el dolor, ha conocido también una mayor alegría.
Todas y todos estamos heridos, a todes nos duele algo. Y, pese a ello, podemos ser felices. Todes necesitamos esperanza.

Para hablar de la oscuridad necesito luz. Porque si sólo hay oscuridad, entonces, para qué vivir. Yo estoy convencida de el mundo está lleno de luz.

Sueles mencionar a Juan Mayorga, Itziar Pascual y a José Sanchis Sinisterra como referentes y fuentes de inspiración para tu teatro, ¿cómo han influido en tu escritura?
Adoro a Itziar, a Sanchis y a Juan, los considero mis maestros. Los tres, son personas muy generosas que tuvieron la paciencia necesaria para enseñarme. Además son grandísimos autores y personas muy inteligentes. La verdad es que soy su fan, no podría decir nada malo de ninguno de ellos.

Cuando estudié en la RESAD tuve la inmensa fortuna de tener como tutores a Itziar y a Juan. Ambos me hicieron descubrir muchos autores, me animaron a correr riesgos, me hicieron críticas con infinita delicadeza. A Juan, ahora lo veo muy poco, pero Itziar sigue y seguirá siendo mi maestra. Me gustaría tenerla siempre de tutora (es la mejor lectora y crítica para mis obras) pero ella ya me ha dicho que no, que mejor seguir escribiendo juntas. Como saben los lectores de la revista, por la entrevista que le hicieron en el numero pasado, con Itziar hemos escrito tres obras La Trilogía de las Luciérnagas y ahora estamos terminando la cuarta.

Y Sanchis…, ¿quién no esta enamorada de José? Es un hombre al que siempre es un placer escuchar. Cuando no sé por donde empezar, suelo hacer uno de sus protocolos, o uno de sus ejercicios de pistola en la nuca. Asistí a varios de sus cursos y también me dirigió en dos obras, que eran adaptaciones suyas de cuentos de Cortázar. Tengo muchas ganas de hacer alguno de sus proyectos en el Fronterizo. Lo que ha hecho José en el Nuevo Teatro Fronterizo, con tan pocos apoyos, merece muchísimos aplausos.

He leído que también has escrito una novela: ¡Salta! Cien preguntas y una pequeña revolución, ¿por qué le diste una forma narrativa a ese texto y no teatral? ¿Qué te dice que una pieza puede ser teatro y otras no?
Escribí la novela que necesitaba escribir, quedó finalista en el Premio Fernando Lara, pero nadie quiso publicarla. Escribiendo esa novela entendí que realmente lo único que quería era escribir. Y desde entonces, me he centrado, sobre todo, en la escritura. Escribirla fue todo un aprendizaje.

Respondiendo a tu pregunta, yo no le di forma narrativa, llegó así.

Supongo que todo puede ser teatro. Pero en general el teatro necesita más subtexto que texto, mientras que, en la narrativa, se describe más. Pero no siempre es así, hay novelas que cuentan más con lo que no cuentan y obras de teatro muy narrativas.

¿Qué tipo de teatro te gusta leer (o ver representado)?
Me gusta todo tipo de teatro cuando está bien hecho, cuando me conmueve.
Puedo disfrutar de una obra clásica, de un monólogo fragmentado, de una obra sin texto, me gusta cualquier tipo, siempre que sea honesto y bueno.

¿Para qué escribir teatro hoy?
Yo no sé por qué otros escriben teatro… Yo escribo teatro porque me hace feliz.

Me gustaría que mi escritura provocase instantes de belleza, quiero decir, que provocase que, por un momento, el lector dejase de pensar, que se sorprendiese, que se conmoviese, que se diese cuenta de algo.

Según cuentas, empezaste a estudiar Relaciones Internacionales porque querías cambiar el mundo y, sin embargo, has terminado dedicándote al teatro. ¿Puede el teatro cambiar el mundo?
Escribir teatro es casi inútil, en el teatro no se salvan vidas, ni se apaga un incendio. Pero cuando alguien se refleja en un personaje, o se da cuenta de algo, cuando alguien se pone a llorar en un patio de butacas, o se ríe más de lo que se ha reído en todo el año o descubre que es libre…, entonces, el teatro no resulta tan inútil.

¿Cómo atraer a las nuevas generaciones al teatro?
El teatro debería ser una asignatura obligatoria en el colegio. Los niños y jóvenes deberían poder ir al teatro al menos un par de veces al año.

Has vivido y trabajado en países muy diversos: Japón, Brasil, México, España, Francia… ¿Has tenido que adaptar tu escritura a cada contexto?
No siento que haya adaptado nada, creo que seamos del país donde seamos, todos somos humanos. Lo que si ha sucedido es que mi escritura se ha ido enriqueciendo de palabras y culturas de diferentes países.

En tu faceta como gestora cultural has dirigido festivales como 7 Caminos o A Solas cuyo objetivo fundamental era visibilizar el trabajo de mujeres creadoras. ¿Cómo debería ser una gestión igualitaria de la cultura?
En algún lugar leí que si seguimos avanzando a este ritmo, la igualdad se conseguirá en cien años. Increíble, ¿no? Tenemos que hacer algo, no podemos esperar tanto.

Está probado que hay una desigualdad y que es mayor de la que pensamos.

La mayoría de los hombres y muchas mujeres, son incapaces de ver la desigualdad, porque hemos sido educados así. Porque están, estamos ciegos.

El primer festival de teatro hecho por mujeres que organicé fue el 7 caminos teatrales- Magdalena- en 2011 en México, lo hice después de darme cuenta de que había organizado otro festival y había programado casi sólo hombres. Me enfadé conmigo misma por no conocer a más artistas mujeres y salí a buscarlas, entonces encontré artistas maravillosas. El segundo que hice fue el Festival A Solas en los teatros del canal en 2013.

Creo que una gestión igualitaria pasa por darnos cuenta de que casi todos, si nos dan a elegir, privilegiamos a los hombres de manera automática. Sabiendo eso, deberíamos obligarnos a programar el mismo número de autoras que de autores. Y si hay más autoras está también bien, porque llevamos siglos de desequilibrio.

Recientemente, has sido nombrada directora artística del Festival Tantidhatri en India, ¿qué es lo que más te ilusiona de esta nueva andadura?
Me divierte tu pregunta. En realidad estoy ayudando a Paravathy Baul, que además de ser una artista impresionante a la que admiro, es mi maestra espiritual.

El festival Tantidhatri tendrá lugar del 15 al 20 de enero en Calcuta. En él, hemos programado 16 espectáculos internacionales, 16 nacionales, 4 exposiciones, 3 mesas redondas, 8 clases magistrales y 1 taller. Creo que va a ser un festival impresionante.

Puedes ver información en ekatharakalari.org/tantidhatri/

La dirección artística de Tantidhatri, es mi seva (trabajo desinteresado) y espero que sea de beneficio para otras mujeres. Yo creo que India necesita un festival así, creo que las mujeres necesitamos tener referentes y conocer el trabajo artístico de otras mujeres. Todas las personas de la organización y las artistas están donando su trabajo y los fondos recaudados irán para la educación de las niñas en India.
Próximamente te veremos en Madrid con dos de tus proyectos. El primero es un solo titulado Lo que no te dije que se presentará en el encuentro de feminismos de la RESAD como trabajo en proceso, ¿puedes contarnos un poco más sobre el texto?

En febrero del 2018 Alicia Blas y Ana Contreras me invitaron a participar en el encuentro de Teatro y Feminismos de la RESAD. Me pidieron hablar durante una hora y responder a la pregunta ¿Por qué eres feminista? Preparé una ponencia muy personal, la más personal que he escrito nunca. Muchas de las asistentes, lloraron al escucharme y me hicieron entender que yo no era la única, que nos pasaba a todas. Esa ponencia fue la semilla de la obra Lo que no dije.

Es mi primer solo, en el digo cosas que no había dicho nunca. No quise llamar a un director, porque me apetecía probar una dirección conjunta, todavía lo estamos probando, por ahora el equipo está formado por la video artista Suzon Fuks (Bélgica) , Alicia Blas (Escenógrafa española), James Cunningham (Coreógrafo australiano), y Mohn (Músico francés). Hicimos una residencia en Aviñón de 10 y luego Suzon y yo estuvimos trabajando juntas en Chile por dos semanas. Mostramos el work-in-progress en el Festival Mestiza y la respuesta fue buenísima. Que más… El texto recibió Mención del jurado en el Premio Dolores de Castro de México. Aún tenemos que encontrar financiación para poder terminarlo, pero la parece que la obra quiere vivir, así que la estamos mostrando como trabajo en proceso, después de Madrid estamos invitadas a Argentina y Dinamarca.

Lo que no dije, es un performance multidisciplinar, sobre la violencia y los problemas de género que enfrentan las mujeres desde que nacen, relacionados con su cuerpo, la educación, el abuso sexual, la inseguridad y la obligación social de ser: bonita, calladita, sonriente, productiva y perfecta.

Y en marzo se estrena Moje Holka en el teatro Español, obra escrita en coautoría con Itziar Pascual, ¿recomendarías la escritura a cuatro manos?
Estoy tan ilusionada con el estreno de Mi niña, niña mía en el español. Es la primera vez que uno de mis textos se hace en un teatro grande, con una buena producción.

Estoy realmente feliz de que Natalia Menéndez sea la directora y de que tenga tan buen equipo. También le estoy muy agradecida a Carme Portaceli por habernos acogido en su teatro.

Me siento ilusionada e invito a todos los lectores a ir a ver la obra del 6 de marzo al 7 de abril en el teatro español.

Aquí la info: www.teatroespanol.es/mi-nina-nina-mia-3d

Recomiendo la colectiva. Sobre todo si tu compañera es Itziar Pascual. Trabajar con ella ha sido un viaje maravilloso porque nuestra relación se ha basado en el respeto y el cariño.

A mi me encanta escribir acompañada, creo que cuatro manos y dos cerebros pueden hacer algo mejor que solo uno, pero también creo que es más divertido escribir así que en soledad. También es un buen aprendizaje para el ego, para separarse del texto, porque en el momento en que pasas un borrador a otro y le das permiso a modificación, tienes que estar dispuesto a aceptar los cambios.

¿Qué le dirías a alguien que está empezando a formarse en la escritura dramática?
Que se de permiso a escribir algo malo y que luego lo trabaje.
¿Y a una persona que quiere dedicarse a la interpretación?
Que si puede ser feliz sin actuar, se dedique a otra cosa.

Crónicas

Eva Redondo

Imagen

(c) UNAM (CC BY 4.0) Amaranta Osorio

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